domingo, 1 de diciembre de 2013

DANILO MEDINA: PRESIDENTE TERAPEUTA

Por Rosario Espinal

Los estilos presidenciales vienen en distintas envolturas. La República Dominicana ha tenido tirano, sádico, muñequito de papel, cortesano, finquero, formalista, campechano, chistoso, bibliófilo, conceptualizador, y ahora un presidente terapeuta.

Una función clave de la terapia sicológica o física es aliviar las penas. Los dominicanos, a pesar de ser alegres y bochinchosos, están adoloridos por las precariedades de la vida, la sordera de los gobiernos, la arrogancia de los políticos, la corrupción hecha costumbre, la luz que se va, el agua que no llega, la basura en la calle, la educación que no enseña, los hospitales pocilgas, el tollo migratorio, los contratos leoninos, el endeudamiento excesivo, los impuestos que suben y suben.

Danilo Medina llegó al poder después de una larga espera y dos derrotas electorales (2000 y 2007). Arribó como víctima y por eso no pagó el costo de sus primeras medidas impopulares. Hace un año, marchaban en las calles de Santo Domingo los jóvenes reclamando justicia por el hoyo fiscal y el paquetazo impositivo. Medina lo firmó sin que le dijeran ni ji. El malo era su compañero.

En su discurso de los cien días, con los ánimos aun caldeados, llamó a no lanzar piedras hacia atrás. Su gobierno, lleno de fichas contaminadas, fue enterito liberado de posibles pesquisas judiciales.

Para diciembre abundaba el alcohol. Las navidades y el doble sueldo siempre alivian las penas, y después viene el round Robin, la serie final, la del Caribe, el carnaval, semana santa, la playa, el verano, las tormentas tropicales y los huracanes.

Durante esos largos meses, Danilo Medina se estableció como el presidente terapeuta.

Ante el reperpero con los terrenos de Bahía de las Águilas, paró la legalización del desfalco en seco. Feos quedaron los funcionarios envueltos. En el discurso del 27 de febrero se disparó con la denuncia del contrato Barrick. Es “inaceptable” y una estafa al pueblo, dijo a viva voz el empoderado presidente. Los aplausos retumbaron y su popularidad subió a la estratosfera. Muchos congresistas que aprobaron el contrato, tranquilitos lo modificaron.

Cuando la clase media se molestó por el impuesto de circulación a los vehículos, Medina lo pospuso. Cuando la Sentencia TC 168/13 se evacuó, fue el único que desde las altas esferas habló de humanidad y se reunió con un grupo de posibles afectados.

Hace varios días, los panaderos subieron el pan, y pocas horas después, desde el Palacio Nacional, acordaron no modificar el precio. Además, el gobierno prometió comprar muchas teleras y otorgar préstamos. No olvidemos, la subida de impuestos todavía lastima al pueblo.

En las visitas sorpresas, Danilo Medina reparte préstamos, subsidios y otras promesas; además, aparece como un simple ciudadano, muchas veces en chacabana o guayabera.

Entre carencias e incertezas, Medina es actualmente el pilar que legitima el sistema político dominicano. Detuvo el desprestigio de la camarilla de poder peledeísta que sigue ahora tranquilita gobernando, el PRD es un desparpajo, el reformismo un fracaso, y los ultra-conservadores sientan las bases de un nacionalismo patriotero con el que quisieran alzar vuelo, si pudieran, en algún momento.

En América Latina, cuando los sistemas políticos se vacían de contenido como ocurre actualmente con el dominicano, la gente ha coreado: “que se vayan todos”, y los sistemas de partido han colapsado. No así en República Dominicana. La gente se encariña con su Presidente y casi nada cambia porque no hay fuertes demandas.

Danilo Medina juega un papel terapéutico en medio de las dolencias porque se acerca al pueblo sin ostentación, da respuesta rápida a algunos problemas puntuales, y se desempolva rápido en las tempestades.

hoy.com.do

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