viernes, 27 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE MELVIN

NO LE DES MENTE A “NAH”
Por Melvin Mañón


No le des mente a nah, dejó de ser una expresión de uso privado, restringida a los encuentros sociales o una expresión típica del vocabulario entre panas. Se la universaliza, se la difunde y se la convierte en un decir que tiene, o se le atribuye valor de uso público.

En la entrada del túnel de la carretera Santiago-Puerto Plata alguien, perteneciente a una institución o empresa que no tuve tiempo de identificar colocó un letrero, llamativo y vistoso con el texto empleado para identificar algún producto o servicio y también este artículo: no le des mente a nah.

¿Qué puedo argumentar frente a los lectores de estas líneas? Mi primera reacción fue pensar esto: quién escogió el texto y tomó la decisión debe ser un mal nacido. Pero no, seguramente no es así. De hecho, no me sorprendería lo más mínimo enterarme de que le han felicitado y que a muchos de sus amigos y relacionados les ha parecido una idea genial.

Tal vez lo sea. Lo que me asombra es que a nadie parece ocurrírsele pensar en las consecuencias.

Como puede alguien esperar que este país pueda detener al menos el deslizamiento cotidiano hacia la estupidez y hacia la barbarie si glorificamos una oración que contiene un llamado a cogérselo todo a vaina. No le des mente a nah, no es el producto de una mente estúpida, de un publicista imbécil, para un cliente desaprensivo y tan estúpido y tan imbécil como los otros dos. No le des mente a nah, es un resumen del estado mental del país. Es una actitud fomentada, promovida y glorificada en los medios de comunicación y es además el tema que reiteradamente enarbolan casi todos los programas de variedades, farándula, espectáculo, música, arte, deporte y cuanta vaina aparezca con cierto parecido.

No le des mente a nah, es una expresión de buen gusto para los tipos listos y los que se creen listos. Para los que quieren estar de moda y para los que creen que están de moda.

No le des mente a nah, dejó de ser una expresión de uso privado, restringida a los encuentros sociales o una expresión típica del vocabulario entre panas. Se la universaliza, se la difunde y se la convierte en un decir que tiene, o se le atribuye valor de uso público.

No es poca cosa.

Si tu marido te deja por otra o por otro: no le des mente a nah.

Si tu familia es un desastre: no le des mente a nah.

Si tu ni nadie sabe qué hacer con sus hijos: no le des mente a nah.

Si no puedes cubrir tus deudas: no le des mente a nah.

Si te preocupas por algo, eres un estúpido o un tonto porque lo inteligente, lo que está de moda, lo que se debe hacer es: no le des mente a nah.

Si un adolescente mata a su padres no trates de entenderlo ni sancionarlo ni buscar las causas en el estropicio que se ha convertido la vida en este país, simplemente: no le des mente a nah.

Si tu vida no vale nada porque trabajas y te esfuerzas pero nadie lo reconoce, no te vayas a creer que estás solo ni que a otros le importa porque a todos les estamos diciendo y enseñando que lo correcto es que tu: no le des mente a nah.

Si la seguridad tuya y de los tuyos está por el suelo no trates de hacer nada por tu país ni por tu sociedad: no le des mente a nah.

No importa lo que quieras y no tengas o lo que tengas sin haberlo ganado y merecido: no le des mente a nah.

No hables de futuro y menos de esperanzas. Toma lo que puedas y vive como quieras. Los demás no existen: no le des mente a nah.
Cuando te metes en vía contraria qué carajo importa que los demás se enojen. Esos idiotas y estúpidos no saben que tu: no le das mente a nah así que, qué carajo. El que no pueda estar vivo que se muera pero tu: no le des mente a nah.

Ese letrero sobre el lado izquierdo del arco de hormigón armado a la entrada del túnel, no fue el disparate de un imbécil mal nacido sino la gracia de alguien que se cree y que seguramente es valorado como una persona lista que está bien al tanto de la moda.

El único problema es que quien lo hizo y quienes lo disfrutan, quienes han llegado ahí desde hace tiempo, quienes creen que es solamente una gracia, quienes no le prestan atención o creen que no la merece están trágicamente equivocados.

Hay algo peor. Mucho peor. Es total y enteramente posible que yo sea el único inadaptado, intolerante, maldito viejo y demás yerbas que haya visto la vaina, le haya rechinado la vaina, se haya indignado por la vaina y se haya negado a seguir el consejo de los sabios del buen gusto: no le des mente a nah.

Quitar ese letrero para darle la razón a este artículo no solamente no sucederá sino que incluso si sucediera no serviría para nada a menos que hicieran lo mismo con todos los demás ambientes y medios de comunicación de masas donde el buen gusto, la moda y lo chévere anuncian y postulan, como receta infalible para una vida feliz que tu: no le des mente a nah.

Todavía peor que todo lo anterior es que, muchos de los que lean esto pensarán que soy una exagerado, que no es para tanto y que un inocente letrero no tiene ni puede tener las implicaciones que le atribuyo.

No hay límites a la imbecilidad ni a la estupidez. Eso es seguro.

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