martes, 2 de julio de 2013

WALLY, EL ORGULLO GAY Y EL CARDENAL

Por Narciso Isa Conde

James-Wally- Brewster podría ser el nuevo embajador de EEUU en nuestro país.

Wally está orgulloso de ser gay, aprecia su relación de pareja y ha defendido la libertad de opción sexual y el matrimonio entre homosexuales, gays, lesbianas, transexuales… dentro del conjunto de derechos civiles. En ese aspecto concentró su aporte a la candidatura de Barak Obama.

Su práctica en ese aspecto concuerda con sus convicciones, lo que es conocido en su país y, ahora, comienza a ser divulgado en el mundo.

De mi parte, en esa vertiente de su vida en sociedad, no tengo nada que objetarle a ese señor. Por el contrario, saludo su valentía personal al desafiar duros prejuicios y fuertes represalias vinculadas a esa modalidad agresiva de discriminación, una de las más crueles entre las que atropellan y aplastan la dignidad humana.

El Cardenal dominicano sí que lo ha vilipendiado, agredido e impugnado por su condición de gay desde su rol de representante del Vaticano y de una curia conservadora que domina la Iglesia Católica aquí y allá. Igual lo han hecho otros/as, que desde esa y otras matrices ideológicas, han llegado a la aberración de considerar su designación como ofensiva y degradante para el país.

Wally y su pareja se ven así hostilizados antes de llegar a la Republica Dominicana por esa proverbial y nefasta homofobia católica y no católica: una especie de subcultura que históricamente ha ido de la mano del machismo opresor, desplegando agresiones, violencias e injusticias.

En verdad se me revuelve el alma al observar en pleno siglo XXI y frente a los grandes adelantos científicos esas excrecencias reaccionarias e inhumanas medievales, por demás revestidas de reiteradas y “pulcras” simulaciones procedentes de entidades no libres de esas naturales y/o socialmente o sico-socialmente explicables formas de manifestación de las más variadas y comprensibles opciones sexuales.

Y no solo no están libres de esas expresiones, sino que las estigmatizan y las ocultan para maltratarlas, manipularlas, usarlas y reprimirlas… hasta estimular horripilantes violaciones y abusos sexuales contra mujeres, niños y niñas, cubriéndola regularmente con un manto de secretidad y de impunidad (cuando estallan).

Insisto en que la manera como Wally ha abordado su inclinación sexual es plausible y merecedora del respecto y la admiración de todo ser humano justo.

Mas allá de la opción sexual…

Mi problema con Wally, como el de todo/a antiimperialista y anticapitalista consecuente -incluso como el de todo/a hombre o mujer políticamente honesto/a- es otro muy diferente y muy fundamental, obviado por esos falsos moralistas.

Es un problema político y ético de gran envergadura: es que Wally vendría a nuestro país como representante del imperialismo estadounidense, de su Departamento de Estado, de su Pentágono, de su CÍA, de su USAID, de sus corporaciones tipo Barrick, Gold Corp, y Falconbridge y de todas sus fechorías.

Versión imperial Partido Demócrata, dirían algunos. Versión Obama, dirían otros/as; pero, en fin, versión de puro cuño imperialista. Y yo diría lumpen-imperialista, si vemos el desenlace de su restructuración neoliberal y de su globalización, de su guerra infinita, de sus saqueos, masacres y sus combinaciones con las narcos-mafias y otras expresiones de delincuencia.

A ese Wally Brewster pro-imperialista -que es el más esencial desde el punto de vista político, etico-moral y humano- jamás yo le podría dar la bienvenida, porque tengo plena conciencia de su perversa misión en este punto crucial de la frontera imperial caribeña.

Es una trampa proponerse optar entre Wally como embajador de EE.UU. y López Rodríguez como Cardenal, ambos expresiones –con adornos o sin ellos- de un sistema decadente y destructivo.

Es falso el dilema: ni Wally ha renunciado a los pilares de la dominación capitalista-imperialista, ni el Cardenal tampoco. Una es cáscara posmoderna y la otra cáscara medieval del mismo palo. Puro sincretismo feudal-capitalista, dentro de una civilización burguesa decadente.

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