lunes, 11 de marzo de 2013

DISECCIÓN

DANILO NO TE RAJES
Por Rosario Espinal


La República Dominicana en su profundo conservadurismo, alta dependencia externa, y compactada élite, nunca ha experimentado el fenómeno del populismo nacionalista tan propio de la historia latinoamericana.

En la época del populismo clásico nacionalista en las décadas de 1930 y 1940, República Dominicana estuvo bajo la opresión de una dictadura conservadora. Trujiillo usó el nacionalismo como resorte para consolidar poder pero no el populismo; desmovilizó y excluyó al pueblo, mientras los populismos nacionalistas latinoamericanos movilizaron las masas para lograr la redistribución de riqueza. Lázaro Cárdenas en México y Juan Domingo Perón en Argentina fueron casos emblemáticos.

A principios de la década de 1960, América Latina vivió la ola del populismo nacionalista revolucionario que encabezó Fidel Castro. El fenómeno tuvo su impacto en República Dominicana pero el golpe de estado de 1963 y la intervención norteamericana de 1965 impidieron sostener un gobierno de base popular. Las fuerzas conservadoras anti-populares se impusieron nuevamente con Joaquín Balaguer de jefe.

En 1978, República Dominicana inició la ola de democratización que se expandió por América Latina, pero desde entonces ningún presidente dominicano ha asumido el populismo nacionalista para emprender cambios. El PRD y el PLD se convirtieron en instrumentos de las élites dominantes, y sus dirigentes, a cambio de servirles, pasaron a degustar las mieles del poder.
En América Latina, sin embargo, hay varios casos importantes de nacionalismo populista. Los más resonantes son Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.

Esto significa que durante todo el siglo XX y en lo que va del XXI, en República Dominicana se ha impuesto siempre la élite nacional e internacional a expensas del pueblo.

La inmensa migración dominicana al exterior quitó presión redistributiva al sistema económico, y las remesas y el clientelismo político han servido de sustento a muchas familias de capas medias y bajas. Ahora se agrega el narco y micro-tráfico.
La democracia electoral abrió el Estado para que muchos políticos se enriquecieran, y desde principios de la década de 1980, el país ha venido acumulando déficits y endeudamiento. Pero en la medida que la población y sus expectativas aumentan, es más difícil sostener un sistema social caracterizado por la alta concentración del ingreso y la ineficiencia estatal.

Desde la campaña electoral, Danilo Medina prometió mejorar los servicios públicos y estimular la creación de empleos. Para lograrlo necesita muchos recursos y agallas, y para mantener estabilidad macroeconómica, los recursos tienen que provenir de impuestos porque la deuda pública es grande y el FMI espera.

El gobierno le giró al pueblo en octubre pasado con un aumento de impuestos que empeora la redistribución. ¿Le toca ahora a la Barrick Gold aportar?

Es un latrocinio lo que hizo el gobierno de Leonel Fernández con la renegociación del contrato con la Barrick, y que muchos legisladores que aplaudieron efusivamente a Medina del pasado 27 de febrero aprobaran.

Danilo Medina desafió a la Barrick y veremos qué pasa. ¿Irá la empresa a la negociación a hacer concesiones importantes, o se resistirá y Medina tendrá que escalar el populismo nacionalista o recular? Una u otra, habrá implicaciones políticas y económicas distintas.

En América Latina, para redistribuir recursos en sociedades con tanta inequidad como la dominicana, el populismo nacionalista ha sido con frecuencia la fórmula política ante la resistencia de las élites al cambio.

En República Dominicana no hay condiciones políticas ni sociales para que suceda lo de Venezuela, Bolivia o Ecuador, pero algo significativo hay que hacer para revertir la creciente inequidad que empobrece a tantos. Parafraseando aquella canción mexicana: Danilo no te rajes

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