lunes, 14 de enero de 2013

LA OPINIÓN DE MELVIN

DILEMAS
Por Melvin Mañón


Según la percepción popular y la evidencia acumulada el dueño de la JCE y de todos los tribunales superiores es Leonel Fernández y no Danilo Medina. Conforme con lo anterior, Leonel ha usado y continúa usando la JCE para favorecer a Miguel Vargas de manera que, en la disputa, el PRD se desangre. Esa hemorragia, empero, tiene significados diferentes para cada uno. Al final, de acuerdo al plan original, Miguel se quedaría con la franquicia del PRD, iría como candidato en 2016 y sería derrotado por el propio Leonel. Ese plan original tiene problemas tempranos y muy serios.

Una parte de la oligarquía dominicana, con apoyo de los EE.UU., después de mayo 2012, decidió actuar contra Leonel y por eso tuvo lugar la primera campaña internacional de denuncias de las barbaridades incurridas durante su mandato. Las mismas que la prensa dominicana no había publicado nunca. Los EE.UU. tienen sus razones para haber decidido deshacerse de Leonel como proyecto político futuro, pero ahora, solamente nos interesa elaborar sobre las razones de una parte de la oligarquía dominicana para enfrentarlo. La muestra más elocuente de este posicionamiento es la aparición de la revista “La Lupa” que se dedica a documentar los fraudes, estafas y actos de corrupción de la administración Fernández y que, al incluir historias o reseñas de temas para la izquierda dominicana persigue despertar el interés de esta izquierda en esa publicación e incorporar a los izquierdistas como portavoces y cajas de resonancia de esas denuncias. Muy astuto el esquema.

Ninguna clase o grupo social económicamente poderoso se puede sentir a gusto con una figura política que siente que no los necesita. Leonel y su entorno, al enriquecerse en demasía y tan rápido desataron las habladurías y rencores de quienes necesitaron décadas, a veces más de una generación y mucha astucia para acumular las fortunas que hoy poseen. Además, los que hicieron licenciatura y doctorado se sienten vejados por estos advenedizos sin mérito que reclaman una influencia y liderazgo social que solamente ellos merecen. En el sentido antes descrito, pero solamente en ese sentido, Leonel es un cadáver político. Pero él no lo ve así, al menos, no todavía.

Desacreditar a Leonel en las calles, denigrar su imagen y su nombre como ya ha ocurrido y continuará ocurriendo es, tanto una reacción esperada y legítima de una parte de la población, como ya expliqué en artículo anterior, como una misa en salud para esa oligarquía sabedora de que, en estos tiempos, cualquier campaña de descrédito, fundamentada o no, necesita echar raíces en el seno de la población y de las redes sociales.

La prioridad de Leonel, mientras tanto, además de defender su imagen vapuleada con uñas y garras es utilizar el poder de que todavía dispone para que la división y la crisis en el PRD produzcan el resultado apetecido. La JCE deberá fallar a favor de Miguel Vargas porque, estratégicamente, si Leonel lograra rebasar sus dificultades actuales y futuras, nadie podría arrebatarle la nominación para el 2016 y en ese caso, el candidato contra el cual le conviene competir es Miguel Vargas. La cuestión que ahora debemos preguntarnos es, si esa ecuación, le conviene a Danilo Medina.

Danilo Medina define sus prioridades alrededor de la gobernabilidad. Sabemos que no va a perseguir judicialmente a Leonel ni lo va a inculpar por el déficit fiscal porque una parte del déficit fiscal estimada en 40 mil millones se usó en la campaña para imponerlo a él mismo como presidente. Danilo es un presidente ilegítimo que está buscando por todos los medios hacer cosas buenas para obtener por esos hechos la legitimidad de la cual carece por su origen. Debo decir que es lo mejor que podía hacer.

Danilo Medina sabe que la inflación, el desempleo, la inseguridad y el desmadre del país van a tirar la gente a la calle. Es solamente cuestión de tiempo. Va a necesitar un socio para la gobernabilidad y parece que ese socio no es Miguel Vargas sino Hipólito Mejía y la razón es muy simple: Miguel no tiene gente aunque tuviera franquicia. Hipólito sacó más de 2 millones de votos. Si se trata de amarrar un acuerdo de aposento, el hombre es Miguel, pero si se trata de apaciguar a las calles, hay que hablar con Hipólito. Por eso veremos que las decisiones judiciales favorecen a Miguel mientras que las denuncias y filtraciones de documentos incriminatorias contra Miguel Vargas proceden de “otras fuentes”.

Pero la situación es mucho más compleja que la ecuación descrita. Es verdad que Leonel ha estado, a su manera, facilitando algunas cosas para Danilo además de haberle agenciado la presidencia de la república y que Danilo ha respetado su parte del acuerdo pero hay un problema. El costo político de callar, de no hacer nada, de mantener la inmunidad de Leonel y su gente, se está haciendo demasiado alto.

Observe el lector que, mientras Leonel se exhibía envanecido en cada lugar donde acuden los muy ricos y famosos, Danilo parece se exhibe en conucos, callejones y campos. Eso cae bien. También cae bien y la gente percibe un sincero deseo de ayudar al pueblo, pero Danilo acaso no se da cuenta de que, el fardo de la reforma fiscal, las botellas del gobierno y la impunidad de los delincuentes es demasiado pesado. La idea de dar el trago amargo primero y luego mejorar las cosas no creo que le vaya a funcionar.

Este país está tan envilecido y corrompido que no se arregla tapando hoyos, sino sacando el colchón al patio y batiéndolo sin cesar hasta que suelte todas las chinches y pulgas que allí medran. Es un problema serio. Muy serio.

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