lunes, 10 de diciembre de 2012

CARTA A DANILO MEDINA

UNA EXILIADA EN MÉXICO
Por NISALY BRITO
(nisaly_b@hotmail.com)


Por eso hice mi maleta y me fui. Yo no quería quedar rezagada y ser incompetente frente al resto de los jóvenes del mundo.

LIC. DANILO MEDINA SÁNCHEZ
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DOMINICANA

MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Soy una joven, mujer y madre dominicana que desde hace 4 años vive en México. Decidí venir a este país porque en el nuestro, no encontré alternativas académicas y laborales que garantizaran mi pleno desarrollo profesional. Como usted sabe, la educación que República Dominicana ofrece está construida para que la gente repita y obedezca, no para que cuestione, construya y genere conocimiento nuevo. Esta opción me parece criminal cuando vivimos en un momento histórico que exige que sus ciudadanos sean cada vez más críticos, formados y hábiles para construir un país diferente. Por eso hice mi maleta y me fui. Yo no quería quedar rezagada y ser incompetente frente al resto de los jóvenes del mundo.

Allá dejé a muchos jóvenes que no podían decidir una alternativa distinta. Ahora muchos de ellos forman parte de los partidos políticos, fueron asesinados por la policía -por considerarles “delincuentes e ignorantes”- o se han quedado ocultos en la pobreza que el mismo sistema político y educativo promueve. Otros, que tienen la posibilidad de entrar y salir del país, leer o reunirse para debatir ideas, están saliendo a las calles para reclamar aquellos derechos que no aprendieron en sus escuelas, pero que les enseñaron sus padres, los textos prohibidos y las injusticias cotidianas.

Veo con mucha emoción que estos jóvenes, al igual que yo, exigen el respeto al 4% del Producto Interno Bruto estipulado en el Artículo 197 de la Ley General de Educación, el respeto al Artículo 102 de la Constitución de la República Dominicana y los Artículos del 169 al 182 del Código Penal -todos referentes al combate contra la corrupción-, el respeto a la Ley No. 200-04 de Libre Acceso a la Información Pública, respeto al derecho a la libertad de expresión (Artículo 8, inciso 6, de la Constitución), respeto a los derechos de las mujeres en el nuevo Código Penal y al cese de los abusos y crímenes policiales.

A pesar de este escenario, debo confesarle que con frecuencia suelo pensar en regresar a mi país; sin embargo, me asaltan algunas dudas que le compartiré a continuación, y que espero me pueda responder para tomar una mejor decisión.

¿Considera usted que República Dominicana es un buen lugar para vivir? Si su respuesta es afirmativa, ¿dejaría que sus hijas vivan en Gualey, Guachupita, los Alcarrizos, la Ciénega, Elías Piña, Monte Cristi, San Juan, Azua o Dajabón? ¿Por qué? ¿Puedo regresar a República Dominicana con la certeza de que mi hijo -de un año de edad- tendrá una educación digna y de calidad? ¿Le enseñarán con detalle la historia dominicana? En esta asignatura, ¿los libros de textos ya están actualizados e informan sobre las dictaduras post Rafael Leónidas Trujillo? ¿Le hablarán de democracia y derechos humanos? ¿Le enseñarán sobre ética y valores en su escuela? Esos conocimientos, ¿los podrá poner a prueba sin temor a desilusionarse? ¿Encontrará coherencia política con la histórica afirmación educativa de que “hablar mentiras es malo”? ¿Podrá cuestionar el poder sin ser intimidado? ¿Vivirá encerrado en su casa ó podrá ir al parque sin miedo a la delincuencia? Señor Presidente, con su ejemplo, ¿le podrá explicar qué es la justicia, la dignidad y el dinero? ¿Le puedo seguir diciendo que República Dominicana es el mejor lugar para vivir?

Quedo muy atenta a sus respuestas.

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