martes, 11 de septiembre de 2012

LA OPINIÓN DE MELVIN

CÓJALO SUAVE
Por Melvin Mañón

La señora, con muchos modales ella, interrumpe el paso a la salida de mi casa. Salgo del auto y le digo:

-Señora, debe echarse a un lado para yo poder salir.

La señora, con una sonrisa complaciente, no por el pedido mío sino por el gusto del refresco que disfruta cambia de lugar pero sigue obstruyendo el paso.

-Señora, muévase por favor que tengo que trabajar y no quiero sacar el carro rozándole no sea cosa que diga usted que le echaron el vehículo encima.

-Pero esos no son modales- refunfuña dirigiéndose a otro que como ella disfruta un refresco pero sin obstruir el paso.

-Doña, le pedí en buena forma que se moviera y usted sigue como si no fuera con usted. Yo tengo que trabajar, usted no me deja salir, no estoy en falta, es usted ¿cómo quiere que se lo diga?

-Señor, cójalo suave para que dure.

Ahí, justo en ese punto estallé.

-Usted no es quién para decirme a qué velocidad cojo las cosas. Si la señal indica que es a 40 Kms. por hora a esa velocidad transito pero no me diga que lo coja suave para acomodarla a usted. Es más, no le acepto a nadie que me diga que lo coja suave porque estoy harto, absoluta e irrevocablemente harto de que la gente haga lo que le da la gana y luego, primero se ofenden si le reclamas y después te dicen que lo cojas suave. Y nota curiosa a insultante. Cuando reclamas por las acciones indebidas del otro, no hay excusas sino un contra reclamo.

¿Pero, por qué me hablas así?

¿Pero es qué acaso no te das cuenta? Me digo. No te excusas por la torpeza o la negligencia en que incurres, que es tu falta, pero te quejas por el reclamo que hago. El asunto no es ser educado y tener modales, sino parecerlo. Tú haces lo que te viene en ganas y yo tengo que aguantarte un regaño. No es lo que tú haces mal, sino lo que yo te digo al respecto. Vaya al carajo.

¿Por qué debo cogerlo suave y no a la velocidad o al ritmo adecuado según las necesidades de cada cual?

Usted llega ante una recepcionista que está en Belén con los pastores, no lo atiende porque está muy ocupada oyendo música o chismeando en un celular; usted le reclama y ella le responde: cójalo suave amigo.

Y no, no tengo que cogerlo suave. Haga su trabajo, cumpla con sus obligaciones y si lo que pido es indebido quéjese o proteste pero no me diga que lo coja suave porque no me da la gana de someterme al ritmo de su desidia.

Usted acude a la gasolinera, indica el monto y pide que pasen la tarjeta por dicho monto mientras el tanque recibe el combustible porque hay gente esperando y también yo debo proseguir, pero no, el empleado a la menor señal de prisa o cambio de ritmo le viene con la misma cantaleta: cójalo suave. Pero de nuevo no tienes que decirme a que maldita velocidad hago las cosas a menos que estuviera violando o atropellando a alguien que no es el caso.

Cójalo suave es una expresión “líquida” cuyo verdadero significado es otro.

Usted no está preocupado por mi salud, ni mi infarto ni un carajo sino interesado en hacer lo que quiere y como quiere. La vida no va al ritmo que a usted le acomoda sino al que todo el cuerpo social conviene. Deje que se me explote el corazón de un infarto si ese es el caso, pero no me diga que lo coja suave.

Si los demás no hacen lo que tienen que hacer, debo cogerlo suave. Si el gobierno me engaña, debo cogerlo suave. Si usted incumple sus obligaciones para conmigo, debo cogerlo suave. Si usted comete una injusticia contra mí, debo cogerlo suave. Si usted, el policía, el gobierno, el vecino o cualquier otro abusa de mi, debo cogerlo suave.

Pues no, si lo cojo suave renuncio a mi capacidad y a mi derecho de indignarme y a tanto no puedo ni quiero ni voy a llegar.

Tengo años rehusando el saludo: ¿Y qué Melvin, todo bien?

No hay nada qué este bien. Si quieres saber, pregúntame como estoy, no presupongas ni me impongas tu monserga del detestable “todo bien” ni tampoco me vengas con la babosada de que lo coja suave, porque, por cogerlo suave estamos como estamos. Por cogerlo suave el congreso es un burdel, el Palacio un mercado, los políticos una desgracia y la sociedad un caos. Y ¿dónde quiere usted que estén los demás, los afligidos, los jodidos, los que trabajan, los que pinchan?

¿Cogiéndolo suave?

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