lunes, 4 de junio de 2012

LO VENCIÓ EL ESTADO

LO QUE GANÓ Y PERDIÓ HIPÓLITO
Severino García
sgsegar@gmail.com

Hipólito Mejía, que hace a penas menos de 24 meses, era un muerto político, fue resucitado hasta convertirse en un gigante que llenó de terror la cúpula corrupta del Estado peledeísta.

¿Quién lo resucitó? Lo levantó del sepulcro la corrupción, el alto costo de la vida, los altos precios de todas las cosas, la inseguridad, el narcotráfico, el crimen, el peso de la esclavitud económica sobre el pueblo, la insensibilidad gubernamental y el olvido de los servicios públicos elementales, la inequidad en el reparto del tesoro nacional, en una palabra, lo reivindicó la plutocracia del PLD, transformada, de la noche a la mañana, en un grupo corporativo económicamente más poderoso que todas las familias millonarias dominicanas, cuyas riquezas fueron amasadas a través de cientos de años.

En la Convención del 2011, Hipólito se impuso al dinero de Miguel Vargas, a la alta y media dirigencia perredeísta controlada por él, como presidente del partido. A los diputados y funcionarios miguelistas, etc. También Hipólito se congració con el pueblo y levantó la esperanza de que podía superar todas sus miserias morales y materiales. Hipólito concentró el descontento popular volcado contra un gobierno indolente y derrochador. Hipólito ganó simpatías en los mismos cuadros del partido de gobierno y su aliado reformista, en los peledeístas y reformistas honrados y avergonzados de sus partidos y de su alta dirigencia.

Hipólito, con todas sus debilidades, pudo cruzar y salir triunfante del camino de la diatriba, de la mediatización, de la campaña sucia, del dinero y los recursos del Estado colocados en profundidad en su contra para minar su popularidad in crescendo. Pudo imponerse por encima de medios de comunicación y periodistas comprados, que apabullaron al país haciendo noticias y primeras planas abiertamente parcializadas con el oficialismo y la mentira.

Hipólito, finalmente, con el voto popular, pudo imponerse a todos los mamotretos de una JCE abiertamente parcializada con el candidato de gobierno; a la compra de cédula, al apresamiento y desasosiego -de parte de la misma JCE, de funcionarios y militares- de dirigentes perredeístas a lo largo y ancho del país; al terror, a los muertos y heridos de los tiroteos, etc.

Pero, a lo único que Hipólito no le pudo ganar, fue al plan del Estado peledeísta de derrotarlo fuera como fuera y en el terreno que fuese; a la imprecación de un profesor de una universidad de Santo Domingo, quien, unos meses antes de las elecciones, después de hacer unas elecciones con sus estudiantes que ganó Hipólito, dijo: "Sí, Hipólito ganará con los votos, pero perderá en el conteo. Y Danilo gobernará, pero no mandará".

Hipólito también perdió la mejor de las oportunidades de canalizar y orientar ordenada y pacíficamente, la indignación y las protestas populares ante el fraude electoral consumado, que se hubiera llevado al mismo tiempo a Miguel Vargas y su traición.

Ahora, reconociendo sin reconocer el triunfo electoral fraudulento del Estado peledeìsta, llamando a la "paz y tranquilidad" del pueblo dominicano, Hipólito se ha quedado sin la fuerza necesaria, sin el momentum que le proveyó las circunstancias, para negociar, precisamente, por lo que piensa luchar en lo adelante, es decir, la aprobación de la Ley de Partidos y la modificación de la ley electoral. ¿Cómo piensa Hipólito que el Estado omnímodo controlado por el PLD, le favorezca con la aprobación de estas leyes, si no es con la lucha pacífica de las masas, que es lo único que tiene el líder de la oposición en estos momentos?

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