domingo, 3 de junio de 2012

LA METÁFORA DE LA CACA EN LA JCE

EXCREMENTOS SOBRE LA DEMOCRACIA
Por Pedro Catrain
p.catrain@claro.net.do

El terrorismo fecal en la JCE constituye un espectáculo político impactante ante la "ceguera" y la parcialidad de ese organismo. No obstante que el artículo 211 de la Constitución le impone la responsabilidad de garantizar libertad, transparencia, equidad y objetividad en las elecciones, con sus actuaciones desconoció este mandato, para consolidar la continuidad de la corporación PLD en el poder.

Los excrementos de la JCE constituyen nuestra iniciación oficial en la Civilización del Espectáculo, narrada por Vargas Llosa en su último libro, quien titula uno de sus capítulos, la "Caca de Elefante". De este modo se puede afirmar que no hay mal que por bien no venga.

La democracia es una tensión entre las instituciones y la calle. Junto al mundo oficial de la política, coexiste un mundo subterráneo, donde se origina la potencia y la vida social, el cual tiene por función dimensionar la miopía del sistema político, expresando el estado de ánimo de una sociedad, captando las peculiaridades de los polos contradictorios, y las incongruencias de la política.

Los excrementos en la JCE, no pueden verse como un simple irrespeto, es la puesta en escena que devela esa malla corporativa de privilegios y redes clientelistas, que constituyen el verdadero lastre de complicidades donde navegan nuestras instituciones públicas, erosionando sin ningún tipo de limites el Estado de Derecho y la democracia.

El manto mediático de la dictadura constitucional del PLD, pretendió ocultar la complicidad del Presidente de la JCE, en unas elecciones donde se actuó sin ningún escrúpulo, frente a la presencia de Leonel Fernández, rompiendo records de inauguraciones en medio de la campaña, el reparto de electrodomésticos, la compra masiva de cédulas, la presencia de militares fuertemente armados, la desigualdad en el uso de la propaganda y el grosero fraude de opinión pública. Denunciado por los partidos, sin ningún eco en la cúpula electoral, bajo el argumento autoritario de que no se presentaban pruebas.

Esas violaciones fueron recogidas por Participación Ciudadana, los observadores internacionales, como el sociólogo Daniel Zovatto, quien expresó: "el tema de la compra de cédulas antes y durante las elecciones constituyó un hecho preocupante"; o la observación del venezolano José Enrique María, ante el uso de los recursos públicos por el partido oficial, al señalar: "El dinero del Estado es de todos, no es justo que se beneficie una sola parte".

No obstante la degradación de la calidad de nuestra democracia, se ha podido cambiar el mapa electoral eliminando el fúnebre color morado de una buena parte nuestra geografía nacional, lo cual representa un significativo avance. Esta nueva mayoría de ciudadanos de todas las clases sociales, enfrentó la concentración del poder y el autoritarismo del PLD, tiñendo la capital de blanco dos días antes de las elecciones y alcanzando una victoria en 29 provincias. Se ha instaurado un poder dual, frente al vacio de legalidad de nuestras principales instituciones públicas, con una potencialidad importante para enfrentar los abusos del poder y luchar por el Estado Democrático de Derecho.

Es por eso que la profanación de la JCE, representa la expresión de una ciudadana no oficial, excluida y atropellada, manifiesta un sentimiento de pertenencia y una solidaridad colectiva con un fuerte arraigo subjetivo, frente a una voluntad única que pretende perpetuarse en el poder a cualquier precio.

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