domingo, 3 de junio de 2012

¡AQUÍ... SEÑOR PRESIDENTE!

LO QUE DESEABA CONVERSAR CON EL SEÑOR PRESIDENTE ELECTO
Por Rafael R. Ramírez Ferreira
(rafaelelpiloto1@hotmail.com)

Porque… “La tolerancia es un crimen, cuando lo que se tolera es la maldad”.
ESTO PIENSO, ESTO CREO

El Señor Presidente Electo, con orgullo insolente ante las fuerzas políticas corruptas y, “jarto hasta la coronilla”, como expresó Sócrates, de esa elocuencia para abultar las pequeñas cosas y disimular las grandes, llevadas a cabo por esa clase, claque o asociación de perversos que nos ha ¿dirigido? en las últimas décadas y, que cual plaga maldita ha carcomido lo mejor de este pueblo, me rebelo, y oso nueva vez dirigirme a usted con mis insolencias o creencias, sobre lo que usted debería tener en cuenta.

Sé que para muchas cosas aquí han hecho falta pantalones, por no decir ¡c…! para hacer muchas cosas sencillas que pongan fin a las actuaciones de los únicos culpables de la calamitosa situación política, económica, moral y ética que nos acogota como país, entiéndase, los políticos corruptos y los ineficientes, que no es igual pero viene a ser lo mismo.

Hoy, Señor Presidente Electo, quiero referirme a cosas que suceden aquí y otras que se dicen y hacen fuera pero, que tienen un significado enorme en nosotros. El Presidente estadounidense demandó recientemente que el Senado cambie su estilo de funcionamiento a fin de reducir la inmovilidad partidista y pugnó porque se prohíba a los legisladores sacar provecho económico del cargo.

Con esa visión es que debe de producirse el cambio o la revolución que necesitamos, precisamente comenzando por quienes hacen el atolladero. Quizás, señor Presidente Electo, debamos mirar hacia el viejo continente e irnos a España y su Ley de Reforma del Congreso de 2011 (enmienda de la Constitución de dicho país) para tener alguna referencia basada en la cual, usted podría presionar para dirigirnos hacia ese destino idílico que a continuación le describo: El diputado será asalariado solamente durante su mandato. No tendrá jubilación proveniente solamente por el mandato; El diputado contribuirá a la Seguridad Social. Todo el mundo (pasado, presente y futuro).

Prosiguiendo con que el fondo de jubilación del Congreso pasará al régimen vigente de la Seguridad Social inmediatamente. El diputado participará de los beneficios dentro del régimen de la Seguridad Social exactamente como todos los demás ciudadanos. El fondo de jubilación no puede ser usado para ninguna otra finalidad; El diputado debe pagar su plan de jubilación; el diputado dejará de votar su propio aumento de salario; el diputado dejará su seguro actual de salud y participará del mismo sistema de salud de los demás; el diputado debe igualmente cumplir las mismas leyes que el resto de los ciudadanos; servir en el Congreso es un honor, no una carrera. Los diputados deben cumplir sus mandatos (no más de dos legislaturas), después irse a casa y buscar empleo.

Yo en verdad no sé si esto es cierto pero, de que se ve hermoso se ve, señor Presidente Electo. Pero, volviendo al terruño, prohíba desde antes de llegar a gobernar, las salutaciones en el Palacio Nacional, por su cumpleaños, a los funcionarios y advenedizos, por haberse convertido esto en un acto bochornoso y propio de alabarderos y buscavida.
Pare la indelicadeza de las cenas de navidad en el Palacio, que solo sirven para incrementar la corrupción y el devaneo de su entorno más cercano. Revise la “desvergonzante” hemorragia de pensiones, emitidas de manera “medalaganaria” a personas que nunca han cotizado un solo centavo para esos fines.

Por hoy me detengo, Señor Presidente Electo, para no abrumarlo con tantas cosas importantes que le esperan para realizar y que estoy seguro que cientos de miles estarán a la espera de sus acciones. Recuerde, Señor Presidente Electo, para ver si podemos romper con este nudo gordiano que nos ahoga, que el problema principal está descrito en el siguiente párrafo cuya autoría desconozco pero, que viene como anillo al dedo.

“La Sociedad es así: el pobre trabaja; el rico lo explota; el soldado defiende a los dos; el contribuyente paga por los tres; el vago descansa por los cuatro; el borracho bebe por los cinco; el banquero estafa a los seis; el abogado engaña a los siete; el médico mata a los ocho; el sepulturero entierra a los nueve; y el gran final, el político vive de los diez.” ¡Sí señor!

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