lunes, 28 de mayo de 2012

RESACA DEL PROCESO ELECTORAL...

LO QUE VI
Juan Taveras Hernández
juanth04@hotmail.com

Pensé quemar las naves y nadar hacia otros mares hasta encontrar otra tierra más segura, más cálida, donde nadie viole mis derechos más elementales, ni se burle de mi ser social, político y económico.

Pensé quemar las naves para siempre y sumergirme en un océano de silencio para que mi voz no se vuelva a escuchar nunca más, para que mis palabras no salgan de mi boca maldiciendo a quienes merecen ser maldecidos por los siglos de los siglos. Encerrar la voz en el cielo de mi boca.

Pensé irme lejos, tan lejos que nadie pudiera alcanzar mi sombra, ni tocarme con un beso o alcanzarme con el pensamiento.

Cuando vi la compra masiva de cédulas, a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional militarizar pueblos enteros para que la gente no votara y para proteger a los corruptos que andaban con millones de pesos comprando conciencias, cuando vi todo lo que vi, pensé dejarlo todo, romper con mi entorno, con ese círculo cada vez más estrecho que me rodea para evitar ofensas y golpes bajos.

Durante el proceso electoral vi tantos amigos venderse como reses, taparse las narices y caminar abrazados con las ratas del poder en procura de un pedazo miserable y sucio del pastel de la corrupción que envilece y empobrece el alma.

Vi gente plegarse a lo perverso, a lo cruel, a lo injusto, solo por dinero, por el dinero del pueblo, el dinero de los pobres. Sentí pena por ellos. Y por de mí.

Vi amigos de los medios defender lo indefendible por una pauta publicitaria, por un cheque en blanco, por un sobre amarillo lleno de billetes sucios, por un decreto sin función, por un cargo barato, por una botella en el Estado.

Vi los abogados del diablo defendiendo al diablo sin vacilar, sin pensar en la toga, ni en la doctrina. Sin escrúpulos, sin moral.

Vi a los canallas caminar abrazados con gente creí honorable. Y me sentí asqueado y avergonzado.

Vi tantas deslealtades, tantas vilezas, tanta pobreza espiritual, tanta indignidad y tanta falta de respeto, que pensé esconderme en el caparazón de mi propia vergüenza para no sufrir la ajena. ¡Lo juro!

Vi tanta podredumbre, tanto estiércol durante la campaña electoral, que al final pensé quemar mis naves, largarme del país como lo hizo el Padre de la Patria, y morir, como él, en otro punto del planeta, totalmente olvidado.

Pero también vi gente buena, gente seria, gente con dignidad y decoro, gente leal, gente que ama, gente que trabaja, gente que no se roba el dinero del pueblo, gente transparente, gente que desea lo mejor para sí y para los demás. Vi gente de vergüenza, orgullosa de sus valores y principios. No ratas inmundas, ni cucarachas de cuatro patas disfrazadas de gente.

Y me di cuenta que esa gente humilde y buena, gente que trabaja, que produce, constituye una mayoría, muchas vencida veces por la traición y el odio de la canalla vil y cobarde colocada siempre al lado de los peores intereses de la nación.

Por esa gente vale la pena el sacrificio de continuar luchando por alcanzar los nobles ideales que hicieron posible la fundación de lo que hoy llamamos República Dominicana.

Además, este es el único país del mundo donde no soy extranjero.

PD: Lo que más lamento del proceso electoral he haber perdido un amigo de toda la vida. ¡Es lo que más me duele!

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