jueves, 31 de mayo de 2012

DIARIO DE LA CIGUAPA

EL TOLLO
Sara Pérez

Las campañas y las elecciones en República Dominicana, no deben seguir transcurriendo como han transcurrido los tollos que acaban de celebrarse y cuyas tensiones explícitas y subterráneas se prolongarán incordiando la vida del país, como si no hubiera ya suficientes desgracias y añadiendo legítimas inconformidades a las existentes.

Así, como se hizo esta, no se hace una campaña y así, como se hicieron estas, no se hacen unas elecciones. Las elecciones, elíjase o no algo diferenciado con ellas, tienen que trabajarse de otra forma. Así, como se hicieron ahora, son social, política y económicamente incosteables.

Quien no esté consciente de eso, debe dedicarse a otra cosa, pero no a participar en procesos pretendidamente democráticos, ni a aspirar a representar a nadie y mucho menos a ser presidente de un país, mediante mecanismos tan ostensiblemente viciados y tan irracionalmente costosos, como para corroer las estructuras que debían fortalecer.

No es que sean honestos. No, no, no. Yo sé que esa palabra lo que da es risa. Ni que sean menos codiciosos. Ni que les remuerda algo por dentro cuando envilecen, prostituyen e idiotizan a su pueblo. Ni que tengan más sensibilidad ante los problemas del país, ni siquiera que ese país les importe un bledo. No. Eso es demasiado pedir y forma parte de un discurso desfasado, típico de los resentidos.

Es simplemente que para que esto funcione, aunque sea a niveles muy básicos, para que les funcione a ellos mismos y para que los restantes no acaben comiéndose vivos unos con otros, hay que poner y cumplir algunas reglas.

Cada episodio es un trauma y en algún momento se desencadenarán confrontaciones violentas de dimensiones y desenlaces trágicos, aunque esa eventualidad no parece preocupar en serio a mucha gente, que se siente absolutamente inexpugnable. Y probablemente lo es.

En este caso en particular, el PRD e Hipólito tienen razón. Las elecciones fueron un fiasco, un tollo más extremo que el fiasco habitual.

El partido en el gobierno y el Presidente Fernández, cada vez más brutales y lo suficientemente embriagados por su prolongada ostentación del poder, actuaron siempre con absoluto desenfreno y como si las dependencias gubernamentales fueran sus propiedades y extensiones, sin que ninguna instancia los frenara.

El PLD, el Presidente Leonel Fernández y Danilo, que no por simular ser un monigote es inocente, hicieron un uso abrumador y masivo de los bienes públicos para comprar los resultados de esas elecciones e impusieron una Junta Central Electoral que no es la Junta Central Electoral del país, sino la Junta Central Electoral de Leonel y que así como se prestó, delante de todo el mundo, a hacerse de la vista gorda con el despilfarro de bienes públicos en la campaña, bien pudo prestarse a hacerse de la vista gorda con cualquier otra irregularidad.

La falta de credibilidad de la JCE es la consecuencia de los manejos temerarios e irresponsables de Leonel Fernández.

Por suerte, los del PRD han hecho galas, en esta ocasión, de una prudencia muy loable, que ojalá también sea cuantiosa, pero insistente en la minuciosidad. Si hubo irregularidades en el conteo de la JCE, deben ser conocidas y sancionadas; y la forma en que se hizo la campaña y se organizaron las elecciones tiene que arreglarse.

Es acertadísima la decisión del PRD de asumir con ecuanimidad la posición que le ha conferido la Junta Central Electoral, pero sin reconocer como legítimo el triunfo de Danilo Medina. Con lo primero se preserva lo que hay de paz social, pero con lo segundo se confronta una situación que tiene que ser confrontada y corregida de alguna forma.

Ciertamente, el PLD no es el único partido responsable de la naturaleza y el carácter que tienen las contiendas electorales y el ejercicio mismo de la función pública. El PRD es igual. Ambos partidos son corporaciones mafiosas, asociaciones de malhechores, dirigidas por ladrones, (con sus muy aisladas, honorables y escasas excepciones) e integradas por masas clientelares, cuya aspiración promedio es pegarle un mordisco al presupuesto nacional: vivir del erario a título de parásito.

Algunos pueden ver muy claro las lacras en la acera del frente pero no las perciben en su propia barandilla, donde las tienen más cerca, así es que los desbarres solo ocurren cuando los ejecuta el oponente.

A eso han reducido la vida política. A eso han reducido a la gente. De esa forma se han reducido a sí mismos.

Se diferencian, quizás, en que el PLD ha desarrollado destrezas más eficientes para robar a mayor escala, concentra el dinosaurismo político más extremo, como el de Vincho y el del Cardenal y ha captado la confianza y las simpatías de los depredadores económicos más poderosos.

Pero la oposición que hace el PRD no es para enmendarlos, sino para sustituirlos. Se admiran mucho mutuamente. Entre ambos, nadie aspira a ir en la vía contraria a la de su contrincante, sino a rebasarlo en la misma dirección.

Para tener esa patética caricatura de elecciones a la que cada cuatro años acude, paciente y civilizadamente, lo que anda por alrededor de dos tercios de la población apta para votar, hubo que matar a Trujillo, armar una conflagración en el 1965, pelear con una parte de los guardias dominicanos y con los gringos, soportar –y confrontar- a Balaguer por 12 años, (con su saldo de 3,000 muertos en crímenes políticos); aguantarlo posteriormente por 10 años más y sacarlo a la mala, sin que realmente se fuera, ni cuando se murió.

Es mucho lo que se ha pagado por las tenues libertades políticas que tan dificultosamente se han conquistado y es demasiado lo que se ha tolerado, especialmente en términos de marginalidad social y económica.

El PRD y el PLD han sido una acumulación continua de decepciones, robos, prevaricaciones, abusos y escándalos intolerables, llegando a abismos como Félix Bautista, con el que yo no sé qué van a hacer, pero el país no puede mantener y apadrinar una cosa así cuatro años más, si es que no son ocho o doce.

Los dos partidos que se disputan el poder con el primordial –y en realidad con el exclusivo- propósito de ir a robar a la administración pública, no solo con lo que extraen directamente de ella, sino con lo que desde la plataforma gubernamental pueden depredar hasta en el extranjero, lo han hecho mal. Terriblemente mal.

No me detengo en las políticas económicas y sociales, que se prestan a controversias en cuanto a qué tan acertadas o desacertadas pueden ser sus distintas direcciones. Me refiero a la parte que es indudablemente un desastre, sin importar la perspectiva desde la que se observe: La fangosidad de la administración pública, la falta de un mínimo de pulcritud en el manejo de los recursos, el uso de los bienes públicos para enriquecimiento de los funcionarios y para la compra de adhesiones políticas.

De lo que tan amargamente se queja hoy el PRD es exactamente lo que él mismo ha hecho, en la proporción que le ha correspondido, cuando ha tenido la oportunidad y lo que repetirá, si encuentra ocasión. Lo que el PLD ha hecho es lo mismo ante lo que protestará enérgicamente cuando sea el PRD que lo haga. Y así no se puede seguir. El problema está yendo a más.

Leonel Fernández y quienes están en el gobierno sobrepasaron todos los extremos con el desenfreno en los gastos, en el uso de bienes públicos y al enviciamiento y contaminación de las “elecciones”.

Al terrible sacrificio económico que se impone al país con esas francachelas, se suma la dudosa legitimidad de lo presuntamente electo y todos los conflictos, tensiones e incertidumbres subsecuentes.

Tal vez defendiendo sus intereses, el PRD también le haga, sin que sea su intención primordial, desde luego, un gran favor al país, el de comenzar a romper ese círculo vicioso.

Si no presiona en este momento por la ley de partidos (y no solo por la ley, porque esa ley y todas las demás se las pasan ya ustedes saben por dónde) y para implantar con hechos, controles y reformas que salvaguarden los bienes públicos de usos proselitistas, van a volver a pasar dentro de cuatro años exactamente por el mismo río que están pasando ahora.

Y no solo para ellos, sino para nosotros y para el país, el mismo tollo se repetirá de nuevo.

Tomado de acento.com.do

No hay comentarios:

Publicar un comentario

galley472@yahoo.com