sábado, 28 de abril de 2012

ENCUESTAS Y MÁS ENCUESTAS

FALLOS DE LA GALLUP, PERCEPCIÓN Y REGULACIÓN DE ENCUESTAS PREELECTORALES
Por Aneudy de León M.
aneudydeleon@hotmail.com

[...] estamos claramente de frente a un juego mediático que apuesta a cambiar la percepción mayoritaria de que el candidato del opositor PRD, Hipólito Mejía, no solo gana las elecciones presidenciales sino que las ganaría contundentemente en primera vuelta el próximo 20 de mayo, como revelan los sondeos públicos exentos de intervención maquiavélica, aun cuando carezcan de ciertos criterios metodológicos...

CUADRO SINÓPTICO
AÑO/ELECCIONESGALLUP(%)RESULTADO ELECCIONES (%)% ERROR
1996 – PRD - JFPG43%45.9% (CASI 46%)2.9%
2000 – PRD - HM45% 49.87% (CASI 50%)4.87%
2004 – PRD - HM 26% 34%8%
2008 – PRD - MVM35% 40.48%5.48%

1.- El problema de las encuestas vs percepción con miras al 20 de mayo de 2012.- Los resultados de tres (03) encuestas muy recientes, en especial de la encuesta Gallup Dominicana, podrían poner de relieve un debate necesario pero aún no tratado por politólogos, juristas, estrategas políticos y comunicadores sociales. Se trata de cómo influye la credibilidad de una firma en los resultados electorales, en particular, la República Dominicana, donde el voto es altamente conservador y ante la “creencia generalizada” o tradición de seguir los candidatos delanteros en encuestas que aprovechan su prestigio para crear un clima verosímil de percepción que no es la intención real del voto popular, tal como señalan algunos doctrinarios políticos (Sagás, 2001)[i], y de esta manera propender a influir en una inclinación del electorado, sobre todo cuando se tiene, de parte de un gobierno, un avasallaje mediático sin precedentes en la historia dominicana.

Particularmente, este servidor, no tiene firme credibilidad en las encuestas que se realizan en la República Dominica. Para ello tenemos dos razones poderosas: primero, salvando excepciones, con regularidad, en nuestro país, los directivos de las firmas demuestran abierta parcialidad con los beneficiarios de los estudios, lo que ha demostrado sesgar siempre los resultados; segundo, en un país tan volátil, con bajo nivel cultural de responsabilidad ciudadana y alta vulnerabilidad para dejarse inducir por lo que nosotros denominaríamos como el “fenómeno de la moda electoral”, lo cual, en manos de un monopolio comunicacional, como el que ejecuta en estos momentos el PLD en toda la geografía nacional y estamentos del país, podría llevar a serias distorsiones de la democracia y el sistema de partidos políticos.

Esta práctica del uso intensivo de encuestas, se popularizó en la década de 1980; vistas entonces como instrumentos de información pública y herramientas de trabajo para orientar estrategias electorales, pero que poco a poco fue siendo desnaturalizado su uso con fines propagandísticos miras a influir en el electorado. La tendencia, a partir de las elecciones de 2008, ha llevado a límites, a nuestro juicio, antidemocráticos y excesivamente peligrosos para la estabilidad política y el sistema de partidos políticos de la República Dominicana, promovidos por el PLD desde el poder, teniendo en su control o influencia sobre casi la totalidad de los medios de comunicación y llevando a su matrícula más del 90% de los periodistas en todo el territorio nacional.

2.- Encuesta Gallup: Prestigio vs Conservadurismo[ii].- Históricamente, la Gallup ha demostrado ser muy conservadora al reconocerle proporciones importantes al PRD en los sondeos presidenciales que realiza desde el año 1996. Los resultados actuales que sitúan en una posición aparentemente invertida el esquema electoral dominicano respecto al mes de noviembre de 2011, parecen ir en aquella histórica tendencia, al dar al candidato del PLD una preferencia del 48.7% frente a un 45.2% del candidato del PRD, con un margen de error ascendente al 2.8% y con un porcentaje de indecisos de 2.0%, lo que pudiera sugerir un margen de error altamente desproporcionado, sin dejar de considerar las imperfecciones aritméticas y contradicciones de la ficha técnica que desde ya se han comenzado a cuestionar, por ejemplo, se advierte que el universo porcentual apenas suma 99.1%. Veamos el por qué de esta tendencia.

Desde la salida del gobierno de Joaquín Balaguer y el PRSC, la firma GALLUP ha sido pronunciadamente conservadora si se la compara con otras firmas encuestadoras del sistema, para valorar el posicionamiento del PRD en las elecciones presidenciales, desacertando en todas las elecciones desde 1996 hasta 2008, con un balance porcentual errático promedio de 5.31%, y en todos los casos, cayendo en cada elección por debajo del porcentaje mínimo de desviación respecto al resultado final [el cual es generalmente aceptado a las firmas encuestadoras dentro del rango de 2.0% a 2.5% para considerar su confiabilidad], y además en cada evaluación siempre sobrepasando de manera importante el error muestral. Vea el cuadro sinóptico arriba para mayor comprensión de estos datos.

A pesar del “relativo prestigio” de la GALLUP, esta tendencia ya comienza a ponerse de manifiesto en la entrega reciente del 12 de marzo de 2012. A esto podríamos denominarlo como estrategia de “inducción electoral”, y –que conforme a críticos internacionales- fue lo mismo que ocurrió en las pasadas elecciones presidenciales donde Leonel Fernández acumuló el 54%, cuando casi todos los sondeos de cinco a siete meses previos las elecciones auguraban un escenario de segunda vuelta con una relación de 40.1%/30.5%/17.2%, de los tres partidos mayoritarios PLD, PRD y PRSC, respectivamente, en la intención del voto. De este modo, gracias a los intentos de división del Partido Reformista promovido por el PLD y una campaña mediática sin precedentes desplegada con el abuso de los recursos del estado, llevó a una buena franja de indecisos cercanos al 10% a inclinarse por el voto del delantero en las encuestas auspiciadas por el gobierno reeleccionista de entonces, para inducir a un desenlace electoral en primera vuelta. Aquí se dio la misma tendencia aludida por Ernesto Sagás en su obra, al referirse a las elecciones de 1982, 1986 y 1990, la cual aprovechó a Joaquín Balaguer (PRSC), que aun cuando estuvo por debajo de las encuestas se promovió un aumentó en la percepción de crecimiento en aquellos a quienes se le atribuía la condición de “balagueristas potenciales u ocultos” al decir del mencionado autor.

Que siendo así, y comparando los resultados con la también reciente encuesta del Centro Económico del Cibao (CEC), que sitúa al candidato Hipólito Mejía con el 51.2% de las intenciones de votos frente al 43.7% de Danilo Medina, se evidencia en el escenario político nacional, una clara intención mediática de cambiar la percepción expresada amplia y públicamente en decenas de sondeos dotados de importante credibilidad por la forma en que ellos se realizan, tales como los realizados por el programa radial “Gobierno de la Mañana” de la emisora de radio Z101 FM, el programa televisivo Revista 110 conducido por el comunicador Julio Hazim y el periódico digital Acento.com.do., así como las realizadas entre los empleados de las empresas privadas más reconocidas, entre otros, en todos los cuales el candidato opositor supera en promedio el 55% de las intenciones del voto, además de la percepción de la amplia mayoría de analistas sociales y políticos que advierten una atmosfera de cambio ante la dictadura de partido o sistema de partido único que pudiere consolidarse de permanecer en el poder el gobernante PLD.

Todo este proceso electoral, así descrito, no se trata más que de la “re-edición” histórica de las elecciones presidenciales del año 2000, donde el hoy candidato opositor, Hipólito Mejía, superaba las expectativas de todas las encuestas y al final el PRD ganó las elecciones en primera vuelta, con la única diferencia que en dicho momento el partido del gobierno no había concentrado tanto poder político como ahora. El plan de manipulación de la percepción fue tan singular aunque no menos que el actual, que en escenario electoral de entonces hubo encuestas que, probablemente bajo el apoyo financiero del gobierno, situaron a Hipólito Mejía y el PRD en un “virtual empate técnico” resultando después una diferencia superior a los 20 puntos porcentuales sobre Danilo Medina, entonces candidato del PLD. Hoy vemos una fotografía histórica de esos eventos del año 2000. La GALLUP no fue ajena a este proceso como ya explicamos en el cuadro sinóptico.

Y, para comprobar aún más este conservadurismo respecto a la valoración electoral del PRD, estableciendo como parámetro las elecciones presidenciales del 2008, a pesar de la GALLUP haber obtenido un porcentaje de desviación “ponderado” relativamente menor respecto al CEC (1.68% - 1.93%, respectivamente), fue precisamente, el Centro Económico del Cibao, la única firma encuestadora que se mantuvo dentro del margen de error al proyectarle una proporción en el 40% al candidato del PRD de entonces, Miguel Vargas, contrario a la firma GALLUP que apenas proyectó el 35% obviando precisamente un porcentaje de desviación de 5.48% muy cercano al promedio (5.31% citado) de los últimos 20 años de la citada firma encuestadora.

En conclusión, de acuerdo a lo que se extrae de estas aseveraciones comparativas entre las mediciones conservadoras de la GALLUP y las más o menos reales de la firma CEC, podríamos colegir que, si aun obviando el margen de error del 2.8% que sitúa a los candidatos en un virtual empate técnico, le sumáramos el valor promedio de desviación en el resultado conservador que históricamente ha tenido la GALLUP respecto al PRD, esto es 5.31% como ya establecido, en sumatoria al 45.2% proyectado en el sondeo Marzo/2012, estaríamos ante el hallazgo de que el candidato presidencial Hipólito Mejía superaría el 50.51% de la intención del voto en los actuales momentos donde comienza a consolidarse el voto duro del elector a algo más de dos meses de las elecciones. Como se observa, este análisis conclusivo es la lectura real de esta entrega de GALLUP sobre el panorama electoral actual.

De lo que se trata es, entonces, de ir cambiando la percepción para entonces cercano al día de las elecciones influir en un acercamiento porcentual del candidato del PLD a la candidatura del opositor PRD, que pueda crear las condiciones para el uso abusivo de los recursos del estado en el día de las elecciones ayudado por cualquier forma de manipulación, por simple que sea, desde una Junta Central Electoral claramente viciada, tanto como los demás órganos constitucionales, carentes parcialidad, y dispuestos a hacer cualquier cosa por perpetuar el régimen monárquico del actual presidente Leonel Fernández y su partido. Evidentemente, esta forma maquillada de legitimar el prestigio de una firma encuestadora revela no solamente un diseño verosímil a priori de dibujar un esquema electoral que no permita cuestionamiento a la imagen pública de la firma encuestadora, sino que pone en evidencia, el carácter conservador y su inmanencia en el lado del “establishment”, como ya algunos críticos, desde los años del gobierno norteamericano de George W. Bush (2000) vienen esgrimiendo sostenidamente respecto a la GALLUP; y no que los resultados de las elecciones del 20 de mayo sean necesariamente la voluntad popular de las clases bajas y medias que representan el mayor segmento poblacional de la República Dominicana.

En esas condiciones, estamos claramente de frente a un juego mediático que apuesta a cambiar la percepción mayoritaria de que el candidato del opositor PRD, Hipólito Mejía, no solo gana las elecciones presidenciales sino que las ganaría contundentemente en primera vuelta el próximo 20 de mayo, como revelan los sondeos públicos exentos de intervención maquiavélica, aun cuando carezcan de ciertos criterios metodológicos. Lo cual sugiere pensar en la búsqueda y articulación de alguna forma de regular jurídica y democráticamente o controlar el abuso indiscriminado de las encuestas preelectorales como propaganda política más que como instrumento de trabajo con miras a otros procesos electorales futuros si es que la democracia no sucumbe más allá del 20 de mayo del presente año 2012.

3.- La necesidad de regulación de las encuestas pre-electorales en la RD.- Al margen, de que de acuerdo algunos estudios[iii] y doctrinarios políticos, respecto a la poca regulación de encuestas preelectorales de la región, y que solo tres de veinte países prohíben la incursión de estos sondeos durante todo el período de un proceso electoral, mientras algunos no tienen ninguna u otros solo las prohíben en horas o muy pocos días previos al día de la votación, por ejemplo, tres (03) días antes de las elecciones (caso Canadá), somos de opinión que ello depende necesariamente de la cultura electoral de cada país (Bale, 2002)[iv]. En el caso dominicano, desgraciadamente ante la afirmación popular que ya se ha vuelto una tradición de que “el dominicano no bota su voto”, la falta de institucionalidad y de transparencia, la regulación o eliminación de encuestas durante, al menos, los últimos tres meses de campaña electoral, debería ser objeto de atención en el Congreso Nacional por el bien de la estabilidad política y la gobernabilidad democrática del país. En efecto, nosotros sugeriríamos que los estudios de opinión sólo puedan realizarse para interés privado de los partidos políticos y de los demás sectores de la nación, y con fines de publicidad, debería ser prohibida su reproducción durante los tres (03) meses últimos de campaña, dado el hecho de la particularidad cultural del electorado dominicano, la ausencia de una ley general de partidos políticos y/o una ley sobre la comunicación social, y la carencia de institucionalidad, sobre todo en el manejo de los recursos del estado. Igualmente abogaríamos porque se impusieren sanciones, incluso hasta de tipo penal, cuando se compruebe el uso deliberado de encuestas de alto contenido distorsionador de la realidad electoral, y de igual manera, la inhabilitación profesional para operar de las firmas encuestadoras como de sus responsables, a título de sanción reglamentaria.

La necesidad y justificación de este control y regulación propuesto es lógica y razonable a la luz de los datos estadísticos anteriormente analizados, los cuales tienen como denominador común la proliferación de encuestas preelectorales “arregladas” (Sagás, 2001) y el uso indiscriminado de las mismas como “instrumento inicuamente propagandístico” de campaña. De esta forma, con estos controles legales se evitaría la circulación de resultados de opinión errados que puedan inducir al error ciudadano o afectar significativamente las decisiones libérrimas de los votantes, que deben estar exentas de cualquier manipulación que no sea por medio del mejor debate de las ideas, las propuestas y planes de gobierno que, como oferta electoral, hagan los partidos políticos del sistema, lo cual sería lo idóneamente cónsono con el derecho fundamental de la libre determinación de los pueblos, y obligaría a los partidos políticos a concentrarse en promover sus propuestas más que su opulencia electoral, ello como es normal, incluso coadyuvaría a democratizar más el mercado electoral y hacerlo más accesible. La verdad, no sabemos a ciencia cierta si el tradicionalismo político estaría dispuesto a asumir este reto.

Algunos críticos de línea extrema liberal argumentarían que imponer regulación “legal” sobre la realización de encuestas en medio de procesos electorales sería atentar contra el derecho a la libre expresión y difusión del pensamiento pero sin jamás considerar la gravosidad y el peligro que esta práctica de distorsión de la voluntad popular podría desencadenar en el futuro de perpetuarse esta tendencia. Ante esta reflexión cabe realizar la pregunta siguiente: ¿Estaría por encima la libre expresión sobre la libre determinación de los pueblos? De seguirse permitiendo esta práctica y no regularse adecuadamente el uso y publicación de encuestas distorsionantes de la realidad como sucede ahora con la GALLUP al tenor de lo demostrado, no auguramos un buen futuro para la estabilidad política, la gobernabilidad democrática, el sistema de partidos políticos, y en fin, el avance de las instituciones democráticas, en los años por venir.

[i] Sagás, Ernesto, “Las elecciones de 1994 y 1996 en la República Dominicana: Coyuntura política y crisis de ocaso de los caudillos”, 2001.

[ii] Las siglas PLD, PRD y PRSC, refieren a Partido de la Liberación Dominicana, Partido Revolucionario Dominicano y Partido Reformista Social Cristiano, respectivamente.

[iii] Se cita, entre éstos, a Canada’s Royal Comission Electoral Reform.

[iv] Bale, Tim, “Restricting the broadcast and publication of pre‐election and exit polls: some selected examples”, 2002.

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