viernes, 23 de marzo de 2012

MUY POSIBLE

¿Supo el FBI … de un complot para matar al presidente Kennedy?
Por Álvaro F. Fernández
alvaro@progresoweekly.com

Mi joven hija y yo recientemente dimos un paseo por Bay Road, una calle poco conocida en South Beach. Estando allí le señalé un edificio rosado de condominios al sur de Lincoln Road. Sentí una sensación extraña, una ola de emociones, y busqué el lugar tal como era en mi niñez. Pero eso fue hace mucho tiempo.

Por entonces aquel alto edificio era una propiedad sencilla, aunque grande, con una casa de dos plantas, una casita en la parte de atrás y amplios terrenos tanto en el lado norte como en el lado sur de la estructura. Usábamos el campo norte para nuestros juegos de football americano. Puede haber incluido otra de las estructuras de condominio que se encuentran ahora en el área adyacente.

La memoria me hizo viajar a 1962 y 1963. Esa casa era usada como oficina por la Agencia Central de Inteligencia. ¿Quién sabe qué se hizo allí? Pero sé con certeza de que muchos de los programas que se transmitían hacia Cuba por la vía de Radio Swan, situada en la isla del Cisne (Swan Island), el pequeño territorio utilizado por la CIA para muchas de sus operaciones encubiertas para derrocar al gobierno de Castro en Cuba, se transmitían o se grababan allí.

En esa vieja casa, tallada ahora en mi mente, yo entraba por la puerta principal cuando tenía 9 o 10 años, las escaleras exactamente frente a mí, y doblaba a la derecha donde trabajaba el líder del grupo. Él era mi padre. Tendría él por entonces, si recuerdo correctamente, un par de años más que John F. Kennedy, presidente de EE.UU. A la derecha de las escaleras frente a la entrada se sentaba un hombre cuyo nombre no recuerdo. Siempre tenía un puro colgando de la boca y podía escribir a máquina con dos dedos más rápido de lo que pueden hacerlo la mayoría de las personas con las dos manos. A menudo mis amigos y yo nos quedábamos mirándolo mientras trabajaba. Escribía en una vieja máquina Corona. No tenía nada de eléctrica. Sus dedos volaban sobre el teclado. Cómo un colibrí cuando vuela en el mismo lugar. A la izquierda de aquellas escaleras estaba el estudio donde se transmitían y grababan los programas de radio. A menudo participábamos como estudiantes en un programa de catecismo enseñado por un falso sacerdote cuyo nombre verdadero era Paquito.

Estaba también un individuo que me decía que era mi tío. Me introdujo al football americano cuando yo tenía ocho años. Me llevó a mi primer juego. Me enamoré de aquel deporte y reverenciaba al mariscal de campo de la Universidad de Miami, George Mira. Él usaba el número 10 en la camiseta. Este individuo, mi supuesto tío (a quien quería y vi a menudo años después), cuyo deceso ocurrió hace muchos años y cuyo nombre no mencionaré, también me dejó echar una mirada a la primera subametralladora que vi en mi vida. Estaba en el maletero de su auto. Y de verlo a él, nunca uno creería que tenía una reputación por usarla.

Puede que esto suene extraño, pero recuerdo aquellos días con afecto. Y me encantaba visitar aquella casa. Todo parecía tan emocionante. Allí, junto con los otros niños (principalmente los hijos de los hombres que trabajaban para mi padre) nos enteramos de Bahía de Cochinos, la Crisis cubana de los Misiles y otros hechos de la época –la mayoría, según iban sucediendo. Y a veces antes de que ocurrieran.

Es también donde recuerdo la semana anterior antes de que el presidente Kennedy visitara Miami. De visita en la oficina un día, recuerdo que había dos agentes del FBI. ¿Pueden imaginarse eso?, el FBI visitando a mi papá. En su oficina los agentes que uno solo veía en la TV o en el cine –persiguiendo a los malos. Y siempre con éxito.

Más tarde supe que estaban allí porque temían un intento de asesinar al presidente. Y todo apuntaba a que Miami era el lugar donde sucedería. Llegaron con fotos de los sospechosos –cubanos anti Castro que supuestamente vivían en Miami. Resultó que mi padre tenía mejores fotos de los hombres y las entregó gustosamente.

Lo cierto es que Kennedy fue asesinado un par de semanas después, pero en Dallas. Nadie parece estar seguro de quién lo hizo –hasta el día de hoy.

Es por eso que cuando leo acerca del libro del analista de la CIA Brian Latell, que será publicado en un par de semanas y que recibió el tratamiento de The Miami Herald: “¿Sabía Castro?” quién iba a matar al presidente Kennedy, hago memoria y recuerdo mis días que viví como en un filme. Más emociones de las que podía esperar un niño.

Pero el hecho es que había muchas personas conscientes de que existía un complot para asesinar al presidente. Como a la mayoría de los presidentes, había mucha gente que odiaba a Kennedy. Ahora Latell, conjuntamente con The Miami Herald y sus titulares, están tratando de acusar a Castro. No es nada nuevo. Él ha sido el “coco” durante más de medio siglo. Denle crédito por mantenerse en el poder…

Y no me extrañaría que Castro pudiera haber sabido que alguien quería matar al presidente Kennedy, pero lo que Latell deja convenientemente fuera del libro –al menos por lo que ha reportado The Miami Herald–es que también había gente del bando contrario que conocían del complot. Y al menos en el momento específico que me enteré, los sospechosos de ser culpables eran personas que también querían matar a Fidel.

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