sábado, 29 de octubre de 2011

LA OPORTUNIDAD DE LOS EMERGENTES

Felipe Ciprián, periodista.
ciprianfn@hotmail.com

República Dominicana necesita una fuerza política distinta a las dos que se alternan en el poder sobre la base de la corrupción, el clientelismo y la impunidad.

Esa fuerza política debe destacarse en las elecciones del 20 de mayo de 2012 postulando un programa táctico que levante las demandas fundamentales de la población y las sostenga hasta el final sin vacilaciones y sin transar sus banderas por posiciones en el Estado a cambio del voto popular.

En la base de ese programa debe estar la lucha tenaz por castigar la corrupción de los políticos, el fortalecimiento de la justicia, la participación masiva de los ciudadanos en las decisiones nacionales, el cambio de modelo económico basado en el comercio importador y el endeudamiento, y en su lugar impulsar la producción masiva de alimentos, industrialización de las materias primas nacionales, la explotación minera y la pesca.

La mayoría de los dominicanos y extranjeros que residen en este país no tiene que vivir en la miseria porque un grupo de políticos, manipulando con dádivas las precariedades diarias de todo un pueblo al que ellos mismos le niegan sus derechos ciudadanos, se adueña de la riqueza nacional y monopoliza el ejercicio político.

Sería una ingenuidad pensar que una fuerza de esa naturaleza pueda irrumpir de las filas de los partiduchos de alquiler que han surgido de las entrañas y de las diferencias del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), del de la Liberación Dominicana (PLD) y del Reformista Social Cristiano (PRSC).

Esa fuerza solo puede y debe surgir de las personalidades de amplia trayectoria progresista, de productores nacionales, de comerciantes, jóvenes, profesionales, ex soldados y policías que dejaron lo mejor de su juventud en el servicio a la patria y hoy andan en la cola de una motocicleta para acudir a la sala de emergencia de un hospital a procurar atención para su salud.

Los principales dirigentes tienen que dar una demostración de madurez, de inteligencia, de disposición de sacrificio, de humildad, para lograr colocarse a la altura de los tiempos que vive América Latina y para concitar la confianza de la amplia gama de personas que en el país quiere sinceramente un cambio para que las cosas cambien, no para que quede todo igual o empeore para el pueblo dominicano.

Esa fuerza solo puede surgir si para enero del próximo año todas las agrupaciones progresistas, alternativas (aunque puedan entrar otras fuerzas de izquierda) presentan al país una sola fórmula electoral: una sola candidatura presidencial y vicepresidencial en un solo partido.

Si eso no es posible, los dirigentes alternativos, que todos saben que no se están disputando el poder con la derecha en estas elecciones, tienen que asumir la responsabilidad por desaprovechar una oportunidad extraordinaria para agujerear el monopolio del ejercicio político que hoy tienen el PRD y el PLD sin que hagan nada por este país.

¿Por qué este país tiene que vivir prisionero de un grupo de políticos huérfanos de patriotismo, insaciables de riquezas y hundiendo al pueblo en la ignorancia, en el juego, el narcotráfico, la criminalidad, la corrupción y la impunidad?

Desde 1978 que se abrieron las condiciones para participación política legal de la izquierda, es muy poco lo que ha logrado por falta de unidad, de capacidad dirigente y de sensibilidad política.

En 1982 la izquierda hizo el triste papel de participar en las elecciones presidenciales, legislativas y municipales en dos bloques y con cuatro boletas. El resultado fue una derrota total en la que no conquistó ni un solo regidor en todo el país.

Los senadores, los diputados y los regidores de izquierda que ha tenido el país han sido el fruto de pactos con el PLD y el PRD, sin que hasta el momento hayan hecho la diferencia ni convertido el Congreso Nacional en un frente de lucha para impulsar una opción popular de gobierno.

Si toda esa fuerza se une en una sola fórmula electoral, tiene espacio para crear una fuerza popular decisiva incluso en la segunda vuelta de las próximas elecciones, en la que puede negociar parte de su programa táctico sin pensar en alcanzar puestos en el Estado que solo sirven para lavar la cara a la legión de corruptos que copan las posiciones cimeras en los gobiernos del PRD y del PLD, y para fragmentar la unidad lograda sobre la base de sacrificios.

¿Quiénes se negarán a ofrecerle ese servicio al pueblo dominicano? ¿Por qué intereses? ¿Con cuáles argumentos? ¿Acaso los dominicanos estamos impedidos de hacer lo que le resulta tan común al resto de América Latina ?

Espero que ahora se pueda lograr lo que debió hacerse en 1978, que aunque parezca que fue ayer, hace 33 años.

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