jueves, 29 de septiembre de 2011

El problema del ejemplo

Por Melvin Mañón

Las autoridades, tanto como la llamada sociedad civil, acuden a los eventos donde, uno tras otro, un panel de expertos discute las causas de la delincuencia y la corrupción en la República Dominicana mientras otro grupo de expertos evalúa y propone medidas correctivas. Uno de los últimos eventos sobre este tema tuvo lugar en Santiago y como todos los anteriores y los que habrán de seguirle, no sirvió para nada. Los editoriales de la prensa escrita, los discursos de políticos, los análisis de televisión tampoco han servido para nada, porque, la verdad es tan simple y tan a la vista está que no la vemos algunos y otros prefieren y necesitan no verla.

En el campo dominicano, cuando alguien busca algo que, a pesar del esfuerzo estaba cercano y a la vista se dice: "carajo, si hubiera sido perro me muerde".

Lo mismo digo.

Válido para esta y todas las demás sociedades existentes hoy y que han existido en el pasado: hay una sola manera de educar.

Válido para todas y cada una de las instituciones armadas nacionales y extranjeras: hay una sola manera de educar.

Válido para cualquier otro sector de la vida nacional, especial, pero no únicamente el llamado sector público: hay una sola manera de educar.

Y... ¿cuál es esa manera?

Dando el ejemplo.

Quién no da el ejemplo está desprovisto de cualquier posibilidad de educar y de proveer liderazgo para la tarea.

Toda la retórica que vomitan funcionarios, la que mastican algunos "especialistas", la que salpica a la policía y se adhiere con fuerza a todos los estamentos oficiales civiles y militares parten de un tronco común: el ejemplo. O en este caso, la falta de ejemplo.

Un mal gobierno no puede producir ciudadanos buenos.

Un derrochador no puede producir una cultura de ahorro.

Un vividor del lujo y de la ostentación con dinero ajeno no puede inspirar apego a la austeridad.

Un comandante militar o policial que no suda y malvive con sus tropas no puede inspirar lealtad ni servir de ejemplo y, sin ejemplo no hay credibilidad, sin credibilidad no hay educación, sin educación no hay respeto ni vida civilizada.

Nada de lo que se diga en boca de corruptos, en foros oportunistas y mediáticos sirve para nada.

La violencia, la delincuencia y la criminalidad que bajo sus numerosas y conocidas formas nos amenaza a todos, solamente se resuelve si los de arriba dan el ejemplo. Si así fuera, entonces, más policías, mejor tecnología y mejores procedimientos judiciales pueden jugar un papel subordinado a un conjunto de medidas de justicia social. En ausencia del ejemplo, no hay que perder el tiempo en payasadas.

Todo el mundo sabe aquí –y demasiado bien además- como se han enriquecido los funcionarios del gobierno, denunciados y públicamente expuestas sus fortunas sin que hayan destituido y menos aun encarcelado uno solo. Con ese ejemplo, ¿de qué análisis y evento están hablando?

Todo el mundo sabe que no hay hecho de sangre, robo, atraco, sicariato, drogas, peculado, contrabando, secuestro, etc., en el cual no figure uno o varios oficiales de alguno de los cuerpos armados. Con ese ejemplo, ¿de qué análisis están hablando?

Si quieren tomarse en serio el asunto, y más nos vale que lo hagamos, lo primero que hay que decir, aclarar y corregir es el asunto del ejemplo.

Balaguer se ufanaba de que la corrupción se detenía ante las puertas de su despacho y aún así le robaban y lo engañaban. Pero, ¿saben lo que ocurre? ¿Por qué andamos dándole vueltas al tema buscando donde no es?

Porque, no hay manera de abordar la violencia, criminalidad y corrupción sin culpar directamente y sin ambages a Leonel Fernández y hay muchos que no se atreven o nos les conviene hacerlo. Él es quien da el mal ejemplo y es esa cultura permitida y auspiciada por él la que ha descendido a todos los niveles y penetrado por cada uno de los poros del cuerpo social de la nación.

Este, el de Leonel Fernández es un gobierno ilegal en su origen, ilegal en las prácticas que fomenta y establece e ilegal en cuanto al manejo del Estado al margen de las instituciones establecidas para ello.

Sugiero además que se lean la entrevista de O Globo a un gangster brasileño apodado Marcola. La autenticidad de la entrevista ha sido cuestionada pero su contenido es aterradoramente veraz. www.fines.org.do

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