sábado, 2 de abril de 2011

Hora cero para los estudiantes

La crisis educativa hace cada vez más difícil ingresar a una universidad

Por Yolanda Arenales
Yolanda.arenales@laopinion.com

Para Summer Salazar, abrir el correo estos días es muy estresante.

Como miles de jóvenes angelinos, Salazar está recibiendo las contestaciones a las solicitudes que presentó ante distintos colegios e universidades.

“Es frustrante ver que en muchas me han rechazado”, dice la joven, convencida de que ha hecho todo lo posible para ganarse la admisión.

Desde sus buenas calificaciones –con una puntuación promedio (GPA) de 3.7— hasta sus logros en deportes que la han situado entre las participantes de alto nivel (varsity) en modalidades como carrera a campo traviesa, pasando por las muchas horas dedicadas a servicio comunitario, la joven reúne todo los requisitos de una estudiante ejemplar.

Sin embargo, entre las respuestas que ha recibido, aproximadamente la mitad de entre las 14 solicitudes que presentó, abundan las negativas.

“Nada va disuadirme de completar mi educación, pero no puedo evitar sentirme disgustada aún antes de haberla comenzado”, dice Salazar, cuya opción más tentadora hasta el momento es la recibida desde la Universidad Notre Dame de Namur, en el área de San Francisco.

Marta Castellanos, madre de un estudiante del grado 12 en la secundaria Garfield en el este de Los Ángeles, ha vivido la educación de su hija como una carrera de obstáculos que culmina en el último año de la escuela secundaria.

“Presionamos mucho a los chicos para que vayan a la universidad a toda costa, pero a la vez se les ponen barreras muy altas para el acceso”, dice Castellanos.

Como ella, Vicky Abeles, directora del documental Race to Nowhere considera aberrante el nivel de requisitos que se exige a los jóvenes para que accedan a la universidad.

“El mensaje que les damos es que siempre hay otra medalla, título, calificación, experiencia u honor que les falta para ser ‘perfectos’”, dice Abeles quien cree que eso sólo refleja los estragos de una sociedad obsesionada con medir el éxito.

Toni Swanson, estudiante de la secundaria San Pedro, ha optado por ir a un colegio comunitario en el que completará las clases que le faltan para ingresar en la Universidad Estatal de California (CSU), en Long Beach, a la que le gustaría asistir.

Viviendo por ahora con sus tíos, mientras su madre se reintegra tras salir de prisión, Swanson siempre encuentra tiempo para dedicarlo tanto a su comunidad como a misiones de ayuda en México a donde se ha desplazado en varias ocasiones. La joven sabe bien lo difícil es que llegar a la universidad para muchos jóvenes de familias de bajos recursos.

“Incluso si tienes buenas notas hay que añadir grados con honores, cursos AP, deportes y membresías en organizaciones”, dice la estudiante, señalando que a todo ello hay que sumar la preocupación financiera de cómo costear los estudios si finalmente se consigue la admisión.

Además, la crisis presupuestaria contribuye a que la competitividad se agudice. La universidad estatal de California (CSU) está considerando la reducción de unas 10 mil plazas para el curso 2011-12, y la Universidad de California (UC), recibirá este año –como en el pasado— unos 1,500 estudiantes menos provenientes de las secundarias.

UCLA, uno de los campus más codiciados, ha aceptado tan sólo 15,551 de las más de 61,000 solicitudes recibidas.

La de Fabiola Esquivel, alumna de la magnet Francis Polytechnic, en Sun Valley, es una de las que fue aceptada, no sólo en dicho campus, sino en otros dos de UC (San Diego y Berkeley) además de en las universidades de Stanford y Harvard.

Esquivel, con un GPA de 4.44, explica que en noviembre y diciembre tuvo que dedicar muchas horas a realizar los ensayos que presentó a las 13 instituciones a las que solicitó el ingreso.

Pero muchas de las actividades que jugaron a su favor, comenzaron años antes.

“He dedicado más de 200 horas a trabajo comunitario, otras 100 de voluntariado en una primaria y participado en muchas iniciativas de Heal the Bay hasta combatir el hambre infantil”, comenta la joven, añadiendo:

“Todo eso era sólo para empezar. El trabajo duro comienza ahora”.

La opinión de Los Ángeles, California
2011-04-01

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