jueves, 17 de febrero de 2011

DE AYER A HOY

Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro

El domingo pasado conversaba con mi amigo Julio Hazim en el programa “E’ pa’donde que vamo” que producimos para el Supercanal de TV y recordaba la situación en la cual Hipólito Mejía tomó el poder en el año 2000.

El gobierno de Leonel Fernández 1996-2000 dejó las finanzas públicas en tan desastrosa situación que para el 25 de agosto del 2000 no había fondos para pagar a los empleados públicos.

De manera alegre e irresponsable, el gobierno había consumido el Presupuesto correspondiente al año 2000 en el período enero-agosto.

Eso no era lo peor: el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana dejaba una deuda interna superior a los 25 mil millones de pesos en compromisos vencidos con suplidores, contratistas y otros servicios consumidos y no pagados.

Desangraron las divisas del Banco Central pagando las importaciones de derivados del petróleo sin ajustar los precios de los combustibles.

Esas y otras diabluras las hicieron al final, cuando dejaban el poder, cuando habían cambiado los fondillos rotos y roídos de pantalones únicos gastados por tanto uso, sin relevo.

Ya habían entrado en un nivel social más elevado y en la borrachera de la corrupción para mantenerse en el lugar al que habían ascendido.

Descubrieron, que el camino de la corrupción era el único para mantener su nueva situación personal, dejando de lado antiguos principios olvidados al otro día de iniciar las libaciones de las mieles del poder.

Ellos dijeron, de ellos se esperaba…es cierto que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.

¿Quién ha dicho que hay que honrar la palabra empeñada?

El error fue que no nos dimos cuenta de que si antes de llegar al gobierno iban a una casa de empeño no tenían ni siquiera la palabra para empeñar.

Hoy, la situación nacional es mucho peor que la de agosto del 2000.

La deuda externa es enorme para nuestra capacidad, la corrupción se ha centuplicado, el desorden arropa las instituciones guardianas del orden, la situación de la salud pública es desastrosa, las carencias y fallas en el sistema educativo amenazan el futuro de la nación, la baja en la producción de alimentos y el incremento constante de las importaciones, para favorecer con permisos a funcionarios del gobierno, el aumento acelerado del narcotráfico y la criminalidad, la falta de una visión de futuro que permita sembrar esperanzas convertidas en realidades, conforman un cuadro que obliga a pensar en un hombre y un equipo capaz, honrado, con planes claros y disposición para sacar el país del abismo en que nos han metido: ese hombre es Hipólito Mejía.

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