martes, 9 de noviembre de 2010

LA PROSTITUCIÓN COMO OFICIO

Por Venecia Joaquín

El término prostituta se utiliza de forma despectiva para referirse a una mujer que por dinero tiene relación carnal con los hombres. También le llaman ramera y meretriz. Normas sociales, enseñan a rechazarlas sin cuestionamiento, sin piedad. Sin embargo, la mayoría son humildes, nobles pero con poca formación, sin oportunidad de empleo y falta de recursos económicos. Se ven precisadas a utilizar los medios a su alcance para salir adelante y resolver problemas familiares.

Cuando pienso en ellas y las veo de noche por esas calles de Dios, una profunda tristeza se apodera de mi corazón. No son malas. Horrible es su oficio. Ser meretriz es uno de los trabajos mas duro, asqueante y peligroso que persona alguna puede ejercer. Pone en juego su vida y dignidad. Tienen que aceptar clientes de todo tipo, sucios, repugnantes, pelafustanes y entregarse a ellos, aceptándole sus condiciones para ganar el dinero de ese día.

De seguro que si encontraran otra cosa que hacer no se arriesgaría a contraer enfermedades, a que un maniático la golpee, a complacer personas que le dan asco. Lo hacen porque necesitan el dinero, no por placer. En cierto sentido son heroínas. Dignas de lastima, comprensión y ayuda. No se puede decir lo mismo de la mujer lasciva, que actúa por placer, a espalda de sus flamantes, millonarios y ocupados maridos.

Cabe recordar que hay otras formas de hacer de la prostitución un oficio abarcando otras áreas o mercados. Me refiero a los que desde altas posiciones gubernamentales hacen uso deshonroso del empleo, cargo o posición, aprovechándolos para fines ilícitos y mezquinos. Prostituyen hasta inteligencias, poniéndolas a su servicio a cambio de dinero. Esas prostitutas si son malas y peligrosas. Han penetrado en todos los niveles sociales, deformando la juventud.

Son muchos los que utilizan la posición y poder para beneficio familiar sin ningún pudor ni control. He visto que muchas veces hacen redadas policiales para recoger las meretrices quienes trabajan sin robar al pueblo, sin revolcarse en las calles con sus clientes ni exhibir lo adquirido. Son respetuosas. Sus acciones solo la perjudican a ellas. Las avergüenza pero no tienen otra alternativa.

Sin embargo, la fuerza policial, judicial, gubernamental, no sale a buscar los que verdaderamente corrompen, saquean la nación en su afán de ser cada día más ricos, exhiben mansiones construida con dinero del pueblo y envían lluvias de mensajes negativos a la población. Esos ambiciosos y sus proxenetas, alcahuetes, fomentan rameras porque impiden la inversión en áreas productivas que generen empleo.

No sé como lo haremos, pero a este tipo de prostituta que despoja al pueblo de sus bienes, debemos cerrarle el paso sin contemplaciones, expulsándolos de sus cargos, en lugar de concentrarnos en indefensas meretrices.

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