miércoles, 31 de marzo de 2010

Muere profesor Jaime Escalante


Pesar en las aulas: El profesor Jaime Escalante muere a los 79 años de edad

Por Araceli Martínez Ortega

SACRAMENTO, California.— El profesor Jaime Escalante, cuya pasión por la enseñanza quedó inmortalizada en el filme Stand and Deliver (Con ganas de triunfar), falleció ayer (30 de marzo 2010) en el seno de su hogar en Roseville, en el norte de California.

El educador expiró a las 2:30 p.m, víctima de un cáncer de vejiga, según confirmó La Opinión.

Un inmigrante natural de Bolivia, Escalante transformó el programa de estudios de matemáticas de la escuela secundaria Garfield, en el este de Los Ángeles, e impulsó a sus estudiantes a dar lo mejor de sí hasta que Garfield llegó a ser la quinta en el país con estudiantes que habían pasado el examen de colocación avanzada de Cálculo.

Edward James Olmos hizo el papel de Escalante en 1988 en el filme basado en su historia.

“Jaime destruyó uno de los mitos más peligrosos de nuestro tiempo: que no se puede esperar que los estudiantes de los barrios marginados funcionen a los más altos niveles”, dijo Olmos. “Gracias a su esfuerzo, esa idea destructiva fue hecha añicos para siempre”.

Escalante fue maestro en La Paz antes de emigrar a los Estados Unidos.
Él tuvo que estudiar inglés de noche por años para poder conseguir las credenciales de maestro en California y poder retornar al salón de clases.

Al principio le desanimó la “cultura de bajas expectativas, actividad pandillera y la apatía administrativa de Garfield”, dijo Keith Miller, uno de sus amigos. Progresivamente, sus largas horas en el salón de clases dieron frutos y docenas de sus estudiantes pasaron el examen año tras año.
Escalante tenía 79 años de edad. Le sobreviven su esposa Fabiola, sus hijos Jaime Jr. y Fernando, así como seis nietos.

De inmediato, la muerte del profesor Escalante fue acogida con infinita tristeza por parte de sus seguidores y la comunidad latina.

La actriz Vanessa Márquez, quien interpretara a Ana Delgado, una estudiante de la película Stand and Deliver, confirmó con profunda pena el deceso.

"La noticia es terrible, estamos muy tristes y en conmoción", dijo Vanessa con una voz apagada por el sentimiento.

El gobernador Arnold Schwarzenegger dijo, por su parte, sentirse afortunado de haberlo conocido. "Su talento, trabajo duro y dedicación en el salón de clases cambió la vida de innumerables estudiantes", sostuvo.
El líder de la bancada latina, el senador demócrata de Los Ángeles, Gil Cedillo, comentó que el profesor Escalante deja un gran legado como educador, pues motivó a los estudiantes hispanos de la secundaria Garfield a alcanzar su pleno potencial, a pesar de los duros desafíos que enfrentaban.

"Su vida, que inspiró la película Stand and Deliver, personificada por el actor Edward James Olmos, demostró su compromiso con los estudiantes y fue más allá de su papel como maestro", expresó.

La senadora demócrata de LA, Gloria Romero, expresó en un comunicado que la mayoría del mensaje del profesor Escalante puede ser resumido en una sola palabra: "Ganas".

Añadió que enseñó a sus estudiantes y, a todos, mucho más que matemáticas. "Nos enseñó a creer en nosotros mismos, en nuestras comunidades y que es posible realizar nuestros sueños. Él se puso de pie y entregó esa confianza y estamos mejor por eso".

Por su parte, Ramón Cortines, superintendente del LAUSD, dijo también a través de un comunicado que todo el ámbito escolar de Los Ángeles "llora la muerte de Jaime Escalante, uno de los mejores educadores con el que este distrito ha tenido el privilegio de trabajar. Durante su paso por la escuela Garfield muchos de nuestros estudiantes destacaron en el aprendizaje, aspiraron a una mayor educación y tuvieron éxito en diversas carreras. Hoy, ellos son testamentos vivientes de un maestro que demostró cómo las altas expectativas, en combinación con apoyo constante, pueden vencer obstáculos para una educación de calidad. Lo extrañaremos".

En mayo de 2008, el profesor Escalante fue honrado en el Capitolio estatal por la bancada latina por su apoyo a los estudiantes con problemas. De los 12 latinos premiados, el profesor Escalante fue el que arrancó el mayor número de aplausos en el pleno de la Asamblea, cuando se le otorgó el premio al Espíritu Latino.

Al salir de la ceremonia, el profesor Escalante, un hombre muy sencillo y sin ningún tipo de poses, dio una entrevista a La Opinión en la que confesó que el 90% de lo expuesto en la película Stand and Deliver era verdad y el 10% drama al estilo de Hollywood.

El profesor Escalante dijo en 2008 que la educación en California necesitaba dinero y que los recortes no ayudarían a los niños latinos a salir del bache académico en que se encuentran.

"En mi época teníamos más de un procedimiento para evitar que los alumnos abandonaran las aulas. La compañía Atlantic Arco me dio la mano con dinero para ayudar a los muchachos pobres del Este de Los Ángeles. Teníamos médicos, dentistas, oculistas para ver a los estudiantes".
Pero lo más importante de todo, dijo entonces el maestro Escalante, es que tuvo la colaboración de los padres de familia, "porque la escuela sola no puede educar. Es imposible".

Recordó que hacía firmar a las madres un contrato por cuatro años para hacer que el muchacho no faltara a la escuela y estar en constante comunicación. "Si no aparece, te llamo a tu casa, les decía, porque entre los 10 y 15 años es cuando el joven se pierde".

"Yo contrataba expertos en matemáticas, física y en lenguaje porque los alumnos tenían que tener el dominio del inglés para tener calificaciones altas. Teníamos que hacer eso porque los papás no podían ayudarlos, pues apenas habían hecho el tercer o cuarto año de primaria".

Relató que con la formación de un equipo de enseñanza lograron reducir el número de desertores de la escuela y aumentar la cantidad de los que querían ir al Colegio. "Teníamos estudiantes hasta los sábados y domingos".

Para Escalante, la clave para frenar el abandono escolar entre los latinos era que el gobierno invierta económicamente en profesores de profesión y buena voluntad que dediquen más tiempo a los alumnos y no sólo les enseñen, sino los estimulen.

A su juicio, el peor error que podía hacer el gobierno era recortar programas. "Yo experimenté eso cuando a mí me cortaron mi programa en la administración Clinton; entonces todo fracasó".

"Así que mi mensaje es que el gobierno tiene que invertir en la educación, porque un país sin escuelas no tiene futuro", dijo en su última entrevista con La Opinión.

La Opinión
2010-03-31

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martes, 23 de marzo de 2010

Derechos humanos: EE.UU. y la paja en el ojo ajeno

Editorial de La Jornada México.

La Oficina de Información del Consejo de Estado de China difundió ayer un informe, elaborado con base en artículos de prensa y en datos de organismos no gubernamentales, sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por Estados Unidos dentro y fuera de su territorio. En el documento, el gobierno chino lamenta que Washington emplee el tema de las garantías individuales “como un instrumento político para interferir en los asuntos internos de otros países; difamar la imagen de otras naciones y procurar sus propios intereses estratégicos”, e invita a las autoridades de ese país a “extraer lecciones de la historia, colocarse en una posición correcta, esforzarse por mejorar sus propias condiciones de los derechos humanos y rectificar sus actos” en esa materia.

El texto cobra especial relevancia por cuanto se divulga dos días después de que el Departamento de Estado de Estados Unidos publicó su informe anual sobre derechos humanos, en el que se condenan los presuntos abusos cometidos por los gobiernos de países como Cuba, Corea del Norte, Venezuela y la propia China, entre otros. Significativamente, tales críticas provienen del régimen que más viola las garantías individuales a escala planetaria, como señalan diversos organismos internacionales humanitarios y como lo documenta ahora el reporte del gobierno de Pekín.

Las cruzadas bélicas emprendidas por la Casa Blanca y el Pentágono contra Afganistán e Irak durante la administración de George W. Bush, y continuadas hasta ahora por el gobierno que encabeza Barack Obama, son los ejemplos más claros inmediatos de la vocación histórica de agresión y barbarie del gobierno estadunidense, cuyo ejercicio ha significado el deterioro sostenido de la vigencia planetaria de los derechos humanos.

Debe recordarse que, en el contexto de estas agresiones militares –que han costado la vida a decenas de miles de civiles inocentes– el propio Bush recomendó desconocer las directivas vigentes en materia de prisioneros de guerra, y otorgó con ello margen de maniobra a sus milicias y funcionarios civiles para secuestrar y torturar a todos aquellos que fueran catalogados de manera discrecional como “combatientes enemigos”. Tales regresiones judiciales se expresaron en las atrocidades cometidas contra los prisioneros de los campos de concentración de Abu Ghraib y Guantánamo, y en las redes de vuelos secretos de la CIA, dedicadas al secuestro y traslado de sospechosos de terrorismo.

Por supuesto, y como lo señala el informe del gobierno de Pekín, los atropellos de Washington a las garantías individuales no sólo suceden fuera del territorio estadunidense: dentro de él, y al amparo de la “guerra contra el terrorismo” desatada a raíz de los atentados del 11 de septiembre, el gobierno de Washington ha vulnerado las libertades de sus propios ciudadanos, y ha legalizado el espionaje telefónico, la intercepción de correo electrónico, la apertura clandestina de correspondencia y la sustracción de documentos personales.

Hasta ahora, la administración Obama no ha podido o no ha querido trasladar sus propósitos de viraje en esta materia al terreno de los hechos, y antes bien ha mostrado resistencia a abandonar las tradicionales políticas intervencionistas, belicistas, hegemónicas y, a fin de cuentas, violatorias de los derechos humanos que caracterizaron a su antecesor.

Con tales antecedentes, y a la luz del informe publicado por el gobierno chino, queda claro que Washington carece de la calidad moral necesaria para erigirse en ejemplo y juez en materia de derechos humanos y que la vigencia de éstos en el mundo difícilmente podrá alcanzarse mientras persistan ejercicios de hipocresía como los reportes elaborados por el Departamento de Estado. En este ámbito, como en otros, es necesario avanzar hacia objetivos consensuados entre las naciones y no impuestos como mero ejercicio del poder, la hipocresía y la arrogancia imperial.
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viernes, 19 de marzo de 2010

Feria del Libro dedicará día a César Sánchez Beras

La Feria Internacional del Libro, que se celebrará del 21 de abril al 9 de mayo 2010 en la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, Santo Dmingo, Rep. Dom., dedicará el día 1 de mayo al poeta César Sánchez Beras. Felicitamos al poeta de corazón, por ser un gran poeta, pero más que nada por ser un extraordinario ser humano. ¡Enhorabuena, hermano!
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miércoles, 17 de marzo de 2010

En homenaje a Orlando

Por Lillian Oviedo

El asesinato de Orlando Martínez, el 17 de marzo de 1975, fue un crimen de Estado. Su militancia comunista y su firme posición contra la corrupción y la impunidad, expresada en la columna Microscopio (en El Nacional y la revista ¡Ahora!) exacerbaron la brutalidad de grupos de malhechores allegados a Joaquín Balaguer.

En homenaje a Orlando Martínez, es preciso condenar la impunidad en sus dos grotescas versiones: la vieja impunidad, que ha servido para lavar fortunas, bendecir capitales y avalar privilegios, y la impunidad de hoy, la que esperan eternizar quienes derrochan millones robados de los fondos que deben ser destinados a los hospitales, a las escuelas y a combatir el hambre.

Basta de recomendar, desde columnas de opinión y desde medios electrónicos, al presidente de la República, seleccionar mejor a sus amigos y aliados.

En el año 2000, muchos hicieron con insistencia la misma recomendación a Hipólito Mejía, quien compartió tragos en público con Salvador Lluberes Montás, alias Chinino, un ex jefe militar a quien Joaquín Balaguer libró de ser juzgado por el asesinato de Orlando Martínez, en aras de preservar la impunidad a Enrique Pérez y Pérez, Ramón Emilio Jiménez y otros antiguos jerarcas militares.

Hipólito Mejía conocía las acciones de Chinino y de figuras similares.

En el escándalo de la construcción de la torre Atiemar, muy presente en los medios de comunicación hoy, hay que decir que, cuando (en el año 2005) Leonel Fernández dio el primer picazo y saludó a los inversionistas, sabía (se puede decir sin aire tremendista y sin caer en delito de prensa) que se trataba de satisfacer a un exclusivo grupo.

Ese grupo, con capacidad para comprar apartamentos por más de dos millones de dólares, lo integran: los herederos de quienes acumularon capitales en la Era de Trujillo o mediante recuros igualmente sucios medios en los doce años de Balaguer, y murieron sin dar cuenta de ello; politiqueros y esbirros que en los gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano y del Partido de la Liberación Dominicana, han acumulado recursos mediante el peculado, el contrabando y otros sucios medios, y negociantes de diversas definiciones, para quienes moral y decencia son palabras sin sentido.

Ese exclusivo grupo acogió y mantuvo en su seno hasta que intereses foráneos se cruzaron, al capo José D. Figueroa Agosto, y al empresario español, hoy investigado por narcotráfico.

Fernández, en el saludo a los dueños de Atiemar, y, más importante aún, en lo esencial de su discurso político, concibe a este grupo como motor del desarrollo.

En homenaje a Orlando Martínez, hay que exigirle al Presidente que explique por qué admite y mantiene ese grosero retorcimiento.

Santo Domingo, R.D., miércoles, 17 de marzo de 2010
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El Viaje hacia América Latina de Hillary Clinton para un Control de daños

Por Mark Weisbrot
Codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C.

La gira de Hillary Clinton por América Latina fue tan exitosa como la visita de George W. Bush en 2005, cuando él terminó marchándose de Argentina un día antes de lo programado para salir lo más rápido posible de la ciudad. La diferencia principal es que ella no fue recibida con protestas y disturbios. Por esto puede agradecer a la imagen positiva en los medios de comunicación que su jefe, el Presidente Obama, ha podido mantener en la región, a pesar de la continuación de las políticas de su predecesor.

Pero ella fue aún más torpe en el campo diplomático que Bush, quien al menos reconoció que había serios problemas y sabía qué no decir. "La crisis en Honduras ha sido manejada para llegar a una conclusión exitosa," dijo Clinton en Buenos Aires, agregando que "fue realizada sin violencia."

Esto está derramando sal en las heridas de sus anfitriones, puesto que ellos vieron el derrocamiento militar del Presidente Mel Zelaya el pasado junio, y los esfuerzos posteriores de los Estados Unidos para legitimar la dictadura ahí, como no sólo un fracaso sino también como una amenaza para la democracia en toda la región.

Su comentario también es un asunto vergonzoso, dado los asesinatos políticos, palizas y arrestos masivos y torturas que el gobierno golpista usó para mantener el poder y reprimir los movimiento pro-democráticos. La peor parte es que ellos continúan cometiendo estos crímenes.

El 4 de marzo nueve miembros del Congreso de Estados Unidos - incluyendo algunos Demócratas en posiciones de liderazgo -escribieron a la Secretaria de Estado Clinton y a la Casa Blanca acerca de la violencia. Escribieron lo siguiente:

"Desde la inauguración del Presidente Lobo, varios prominentes opositores del golpe han sido atacados. El 3 de febrero, Vanessa Zepeda, una enfermera y organizadora de sindicato quien había recibido previamente amenazas de muerte ligadas a su activismo en el movimiento de resistencia, fue estrangulada y su cuerpo fue arrojado de un carro en Tegucigalpa. En febrero 15, Julio Funes Benítez, un miembro del sindicato SITRASANAA y miembro activo del movimiento nacional de resistencia, fue abaleado y asesinado por un sujeto desconocido en una moto afuera de su casa. Más recientemente, Claudia Brizuela, una activista de la oposición, fue asesinada en su casa en febrero 24. Lamentablemente éstos son tres de numerosos ataques en contra de los activistas y sus familias..."

La Secretaria Clinton se reunió el 5 de marzo con "Pepe" Lobo en Honduras, quien fue el presidente electo después de una campaña caracterizada por los cierres de medios y la represión policial. La Organización de Estados Americanos y la Unión Europea se negaron a enviar observadores oficiales para esta elección.

Los Miembros del Congreso también pidieron que Clinton, en su reunión con Lobo, "envíe un mensaje claro que la situación de los derechos humanos en Honduras será un componente crítico en las próximas decisiones respecto a la normalización de relaciones, así como también para la reanudación de asistencia financiera."

Esta fue la tercera carta que Clinton recibió del Congreso acerca de los derechos humanos en Honduras. En agosto 7 y septiembre 25, Miembros del Congreso del propio Partido Demócrata le escribieron a ella para reclamar acerca de los abusos humanos en curso y de la imposibilidad de tener elecciones libres bajo estas condiciones. Los congresistas ni si quiera recibieron una respuesta superficial hasta el 28 de enero, más de cuatro meses después de haber sido enviada la segunda carta. Esto es una inusual falta de respeto para los representantes de su propio partido político.

Parece que lo único que les importa a estos Nuevos Guerreros de la Guerra Fría es que se deshicieron de un presidente social demócrata de un país pequeño y pobre.

En Brasil, Clinton continuó su estrategia de la Guerra Fría lanzando insultos injustificados contra Venezuela. Esto es algo parecido como ir a una fiesta y decirle al anfitrión que no te gustan sus amigos. Después del ritual de denuncias en contra de Venezuela, Clinton dijo "nosotros deseamos que Venezuela vea más hacia el sur y viendo a Brasil, Chile y otros modelos de países exitosos."

El Ministro brasileño de asuntos exteriores, Celso Amorim, respondió con diplomacia pero fue muy evidente su fuerte rechazo a los insultos de Clinton. Dijo que coincidía en un punto que Clinton mencionó, "que Venezuela debe enfocarse más hacia el sur. . . por esta razón invitamos a Venezuela a unirse al Mercosur como miembro permanente." Los aliados de derecha de la Señora Clinton en la asamblea legislativa de Paraguay - restos de la dictadura militar del país y el dominio de un partido por 60 años - están actualmente impidiendo la membresía de Venezuela en el bloque comercial sudamericano. Esto no era lo que ella quería escuchar de Brasil.

Los brasileros también rechazaron los esfuerzos no diplomáticos de Clinton en presionarlos a juntarse a Washington en pedir nuevas sanciones en contra de Irán. "No es prudente empujar a Irán contra la pared," dijo el Presidente brasileño Lula da Silva. "Lo prudente es establecer negociaciones."

"Nosotros no nos inclinaremos a un consenso si no estamos de acuerdo," Amorim dijo en una conferencia de prensa con Clinton.

La Secretaria Clinton hizo una concesión a Argentina, pidiendo que el Reino Unido se siente con el gobierno argentino y discuta su disputa sobre las Islas Malvinas. Pero parece poco probable que Washington realice algo para que esto ocurra.

Por ahora, la próxima prueba crucial será Honduras: ¿Continuará Clinton con los esfuerzos de Washington para encubrir la represión del gobierno hondureño? O ¿escuchará al resto del hemisferio así como a sus propios Miembros Demócratas del Congreso e insistirá en algunas concesiones respecto a los derechos humanos, incluyendo el retorno de Mel Zelaya a su país (como los brasileños también enfatizaron)? Esta historia no tendrá mucha atención de los medios en Estados Unidos, pero América Latina estará observando.
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viernes, 12 de marzo de 2010

Traumas en el alma de la dominicanidad

Conferencia de Juan Bolivar Díaz

(Atavismos que tiene que superar la sociedad dominicana para alcanzar un adecuado grado de desarrollo, convivencia y equidad social)

Cuando se publicó el Informe Nacional de Desarrollo Humano de la República Dominicana 2005, fueron muchos y muchas los sorprendidos por un dato del que no habíamos hecho conciencia: La República Dominicana era el país latinoamericano de mayor crecimiento económico promedio en los últimos 50 años, e incluso uno de los más altos del mundo.

Pero al mismo tiempo era el que más había desperdiciado las oportunidades de traducirlo en desarrollo humano. “En este período el crecimiento del ingreso ha sido ejemplar: el más alto de América Latina y el Caribe, y menos volátil que el promedio regional.

A pesar de ello, el país ha mostrado un insuficiente avance en términos de desarrollo humano, menos de lo que avanzó el mundo y por debajo del promedio de los países de la región”, indica el informe.

El pesado documento ensaya una serie de explicaciones a esa contradicción dominicana. En la introducción a su segunda parte concluye en que “lo que está fracasando es la forma en la que nos organizamos para aprovechar las oportunidades del crecimiento económico, para generar divisas, para insertarnos en la globalización y para vivir en una sociedad caracterizada por un estado de derecho deficiente que promueve la impunidad y la ilegalidad, por una cultura política clientelista y con instituciones débiles que fomentan la exclusión social”.

En los últimos años y en la medida en que se han multiplicado las evaluaciones internacionales, hemos resultado también sorprendidos porque la República Dominicana ocupa los últimos lugares en aspectos básicos del desarrollo humano y la organización social.Citemos tan solo el Indice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial del 2009, en el cual sobre un total de 133 países evaluados, la República Dominicana ocupa el escalón 127 en desviación de los fondos públicos, el 129 en calidad del sistema educativo, y el 130 tanto en calidad del suministro eléctrico, como en fiabilidad en los servicios policiales.

Todavía llegamos más al fondo, porque en calidad de la educación en matemáticas y ciencias alcanzamos el puesto 131, llegamos al 132 en dos renglones: calidad de la educación primaria y derroche en los gastos del gobierno, hasta ser campeones con el último escalón, el 133, en favoritismo en las decisiones de los funcionarios.
Muchos nos venimos preguntando qué es lo que pasa en una sociedad que se transforma materialmente en sus polígonos centrales y al mismo tiempo expone dramáticamente la pobreza y la exclusión en sus caóticas periferias. Cómo es que tenemos tantos medios de comunicación y un discurso de post modernidad y no hemos podido garantizarnos los servicios elementales de energía eléctrica y agua potable. Cómo es posible que viviendo cada vez más del turismo no dispongamos de alcantarillados sanitarios en la mayoría de las urbes, por lo que las aguas negras contaminan nuestras playas. Por qué razón el 57 por ciento de los dominicanos dicen que si pudieran se irían del país.

Pocos países del mundo han hecho en las últimas dos décadas tantas reformas legales e institucionales como la República Dominicana. Pero es casi seguro que en ninguno se pueda encontrar un desprecio tan olímpico por el imperio de la ley. La mayoría de las nuevas leyes se violan total o parcialmente. Baste señalar la Ley que instituye el Defensor del Pueblo, promulgada en el 2001 y que todavía no ha sido puesta en vigencia, nada menos que por las mismas cámaras legislativas. Y la Ley General de Migración del 2004 que aún espera por el reglamento correspondiente.

Ya en 1998 el expresidente de Chile Patricio Alwin al clausurar un seminario con unos 25 líderes políticos y sociales dominicanos en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo, nos felicitaba por haber llegado a un consenso sobre las políticas sociales que deberíamos implementar, pero nos advertía que tenía la impresión de que con la misma facilidad con que consensuábamos acuerdos poco después los desconocíamos.

Quedé en una comisión tripartita que debía dar a conocer el consenso de Washington sobre políticas sociales al regresar a Santo Domingo, pero nunca pudimos hacerlo, porque la confrontación política en el país impidió reunir a los representantes de los dos partidos mayoritarios.

Más allá de las interpretaciones clásicas de las ciencias sociales que proclaman el predominio de una minoría centralizadora y excluyente, creo que hay algunos traumas en el alma de la dominicanidad que castran las energías creadoras, que mantienen la mayoría de la población en el conformismo y la indiferencia, incapacitados para sumir un papel activo de ciudadanía que cambie el curso del subdesarrollo y el atraso dominicano.

Hay una serie de atavismos en la cultura dominicana que mantienen el pueblo en la subordinación, incapacitado para descifrar los hilos de la dominación, desconfiado de su propio destino, confundido de su identidad racial y cultural, que lo sume en complejo de inferioridad, víctima de una visión fatalista de su historia, esperando que una autoridad o ser superior le resuelva sus problemas, como ha demostrado la serie de encuestas sobre cultura política y democracia, auspiciada por la Universidad Católica Madre y Maestra.

Hay que remontarse a los orígenes mismos del pueblo dominicano para intentar una aproximación a los factores que determinan los atavismos que reducen sus posibilidades de desarrollo humano e institucional.

Algunos lo ubican en la cultura taína, de escaso desarrollo tecnológico, artístico y económico. Pero basta considerar que Guatemala, México, Perú y Bolivia, asiento de las culturas precolombinas más desarrolladas, como la maya, azteca y andina, no han ido más lejos que los caribeños, para que tengamos que buscar por otros ámbitos el origen de nuestros atavismos.

Cuando recorremos los caminos del Inca en alto Perú y comprobamos cuán avanzada era aquella civilización en el dominio de la arquitectura y la ingeniería, de la medicina y la agricultura, de la meteorología y la astronomía, terminamos preguntándonos qué rayo, qué anatema cayó sobre su alma que los redujo a los pueblos pasivos y atolondrados en que han devenido sus descendientes.

Fue la conquista española y europea, brutal, aniquiladora y expoliadora, que superaba a los nativos en tecnología militar, la que empezó a castrar las energías de los pobladores de estas tierras, especialmente en la región del Caribe y particularmente en la isla de Santo Domingo, donde medio siglo después de la llegada de la “civilización cristiana” no quedaba un solo nativo en pie. Los genocidios, las enfermedades y la explotación inmisericorde de que fueron portadores los conquistadores aniquilaron la población nativa.

A nombre de un paraíso después de la muerte, los conquistadores predicaron la resignación, mientras justificaban la explotación, y como diría monseñor Desmond Tuto, el Arzobispo anglicano de Sudáfrica, nos pidieron que cerráramos los ojos para que el Señor escuchara nuestras súplicas, y cuando volvimos a abrirlos, éramos dueños de la biblia y los conquistadores de nuestras tierras y riquezas.
Cierto que hubo verdaderos cristianos como Bartolomé de las Casas, Pedro de Córdova o Antón de Montesinos, que clamaron por el respeto a aquellos indios, pero no pudieron impedir la aniquilación y el exterminio.

Tres siglos de tráfico de esclavos, de corsarios, filibusteros y bucaneros sembrarían como nunca la violencia y el despojo, exportados por la “civilización” europea, y marcarían indeleblemente el destino de la isla hasta configurar dos naciones en el estrecho espacio de una pequeña isla caribeña, como caso único en el mundo.

Las distorsiones más trascendentes en el alma de la dominicanidad se remontan a sus orígenes coloniales y a las circunstancias en que se incubó la nación dominicana. La cultura que sustituyó la sociedad taína era expresión de una España ganadera y agrícola, con escaso desarrollo industrial, donde menos del 2 por ciento de la población era propietario del 97 por ciento de las tierras, concentrada en extensos dominios del Rey, las por órdenes militares y el alto clero, como nos cuenta Frank Moya Pons en su Manual de Historia Dominicana.

España nos legó una lengua y rasgos culturales fundamentales, pero fue una madre irresponsable que abandonó a su primogénita una y otra vez, negociándola a su mejor conveniencia. Quienes la encarnaron en la parte oriental de la isla de Haití, bautizada como La Hispaniola, la reivindicaron en oposición a la raza y cultura de los negros esclavos que terminaría dominando el lado occidental. Y lo hicieron con tal persistencia y devoción que después del Tratado de Basilea con el que en 1895 España cedió la parte oriental para unificar la isla bajo el dominio de Francia, volvieron a pelear para restituirla al dominio español, originando el período que con toda razón los historiadores denominaron como de la “España Boba”.

Y más aún todavía después de 16 años de creada la República Dominicana los hispanófilos la anexarían a España, haciendo necesaria una guerra para restablecer la república.Vale advertir que la historiografía colonialista dominicana ha querido ocultar que la devoción hispanista no era sólo por amor a la madre patria, sino también y muy especialmente por rechazo a la revolución antifeudal que produjo la primera independencia negra del mundo, y abolió la esclavitud al contagio de los principios de igualdad de la revolución francesa de 1789.

Prueba de ello es que los grupos dominantes dominicanos intentaron refugiar en Santo Domingo los remanentes de las tropas napoleónicas derrotadas por los independentistas haitianos, para lo cual aceptaron ayuda de los ingleses, y restablecieron la esclavitud en la parte oriental que un año antes había abolido el revolucionario haitiano tras el tratado de Basilea.

En otras palabras, que la nación dominicana emerge en oposición a la emancipación de los negros y a la abolición de la esclavitud, a pesar del alto componente de negros y mestizos que superaban con creces a los españoles al comienzo del siglo diecinueve.

El padre Juan Vásquez, quien murió quemado en su iglesia de Santiago en uno de los terribles ataques de las tropas haitianas de Dessalines y Cristóbal cuando el general Luis Ferrand intentó mantener el dominio francés en el Santo Domingo español, dejó patente la confusión de la naciente dominicanidad en una expresiva quintilla que dice:
"Ayer español nací
A la tarde fui francés
A la noche etíope fui
Hoy dicen que soy inglés
No sé que será de mí"

No hay la menor duda de que el legado cultural español fue fundamental en la conformación de la colonia del Este de la isla, como el francés lo fue posteriormente en el Oeste.

En la medida en que se extinguían los nativos, el componente de estos en la emergente cultura dominicana sería ocupado por los esclavos traídos para aligerar la carga de los indígenas.

A latigazos y trabucazos los conquistadores aplastaron a los taínos de la isla. Pero no fue sólo eso, José Luis Sáez en su valiosa obra “Apuntes para la Historia de la Cultura Dominicana”, cuenta que el proceso de imposición cultural -deculturación lo llama- llegó al grado que a los nativos que trabajaban en las explotaciones mineras en el bronco sol y calor caribeño, se les prohibió bañarse a diario, porque los teólogos españoles lo consideraban dañino para la salvación.
“Esos cambios bruscos, junto con la aparición de enfermedades desconocidas hasta entonces en la isla, fueron la causa principal del rápido descenso de la población indígena en el siglo XVI, que en poco más de trece años se había reducido a un diez por ciento, e hizo necesaria la importación de emigrantes africanos”.

El aplastamiento, el despojo, la imposición sería total, estableciendo a la fuerza los valores religiosos de una España de cruzadas y otras barbaries a nombre de la fe cristiana. En su Versainograma a Santo Domingo Pablo Neruda diría en 1965 que:
"Enarbolando a Cristo con su cruz
Los garrotazos fueron argumentos tan poderosos
Que los indios vivos se convirtieron pronto
En cristianos muertos"

La impotencia y la fatalidad fueron tan grandes que los indios apelaban al suicidio y las indias ahogaban a sus criaturas o tomaban yerbas abortivas para evitar la reproducción de su raza, aún en el caso de matrimonios con españoles.
Moya Pons en su Historia Colonial de Santo Domingo sostiene que “ser español fue para los vecinos de Santo Domingo durante todo el siglo XVIII, no ser francés” y que “ser dominicano, esto es, habitante de Santo Domingo, quería decir ser español, mantener el carácter hispánico de las costumbres y los usos religiosos, siempre apegados al catolicismo formal más tradicional que pudiera imaginarse”.

Sáez apunta que en el siglo de la revolución que proclama los derechos humanos, ser francés era la exaltación de todos los valores contrarios a lo que España había representado en la isla.

La cultura española de la conquista transportó los antivalores de la subordinación, de la resignación ante fuerzas superiores, del despojo y la imposición que se extenderían luego a los africanos y su descendencia y que las clases dominantes de la colonia reproducirían mientras se conformaba la dominicanidad.

La herencia étnica taína es insignificante en el mestizaje que se produciría en la isla de Santo Domingo. En ese aspecto los indios también fueron sustituidos por los negros cazados en Africa durante dos siglos a partir del inicio del 16, que siempre fueron un número muy superior al de los blancos.

Sáez consigna que para 1546 los negros serían 12 mil y los blancos 5 mil y que un siglo después, con sus descendientes mulatos, se habrían reducido a tres mil 835, cuando los blancos eran 2 mil 567.Citando al Oidor Echagoian Moya Pons los cuantifica en 20 mil para 1568, reduciéndolos a 9 mil 648 a comienzos del siglo 17, lo que puede atribuirse a una epidemia que sepultó a más de la mitad en los años que siguieron a la invasión de Francis Drake en 1586.

El record demográfico de la isla fue muy afectado por las epidemias, las despoblaciones, las matanzas y las inmigraciones y emigraciones de negros y blancos. Sólo hay que considerar que según Moya Pons el promedio de vida de un esclavo que trabajaba en los ingenios en el siglo 17 era de apenas 7 años. Entre tanto el mestizaje fue ganando terreno y para 1789 se cuantificaban en 28 mil. Las emigraciones de hispanos hacia Cuba, Puerto Rico y Venezuela fueron frecuentes en la medida en que la colonia de Santo Domingo era abandonada, descuidada o negociada por la metrópolis.

Cuando vino a producirse la independencia nacional la población de la parte oriental era en su gran mayoría mestiza o mulata, pero perduraban bolsones de negros que superaban a los blancos. Pero ya entonces la composición étnica era lo que se puede comprobar hoy día, 65 por ciento mestizos, 22 por ciento negros y 13 por ciento blancos. Se trata de estimados porque desde 1960 los censos nacionales no registran color de la piel y aún cuando lo hacían, los resultados no son de fiar porque el rechazo a la negritud creó en el país unas categorías raciales muy particulares, como las de indio, indio claro, indio oscuro, indio canelo, trigueño, mestizo, criollo, mulato y moreno, pero casi nadie se considera negro. José Francisco Peña Gómez no era el negro, sino el moreno.

De lo que no hay dudas es que desde la conquista hasta nuestros días la población blanca ha sido dominante en la posesión de los grandes hatos, en la importación y exportación de todo tipo, y posteriormente en la industria y las actividades económicas modernas, aunque con reciente participación del mestizaje. Por ello la nación se ha reivindicado de recia raigambre hispana con fuerte tendencia a desconocer la herencia cultural africana, vinculada a la esclavitud, al trabajo duro, a la pobreza, pero sobre todo relacionada con el Haití negro, el de la rebelión de los esclavos y el de la ocupación, contra el cual se pronunció la independencia nacional para ser esta nación la única del continente que no se independizó de la metrópolis colonialista.

Como sostiene Marcio Veloz Maggiolo en su obra Mestizaje, Identidad y Cultura, los negros de Santo Domingo se acogieron en gran proporción a las imágenes y cultos católicos, impuestos del conquistador dominante.

Sáez afirma que “las instituciones sociales hispánicas arraigaron en la colonia gracias a la labor de la educación y la evangelización, ambas llevadas a cabo por la Iglesia y, sobre todo, por las órdenes religiosas”.

Pero no ocurrió igual con Haití, colonizado por una Francia que no enarbolaba la cruz como bandera, y donde la cultura africana se mantuvo en mayor estado de pureza, lo que origina diferencias culturales que habrían de ser magnificadas, no sólo por autopreservación religiosa y cultural, sino también por negación de la rebelión de los esclavos que amenazaba el status quo en toda la isla.

Nos aferramos a los españoles, ensayamos con los franceses y coqueteamos con ingleses y luego con norteamericanos como forma de librarnos del peligro haitiano. Y llevamos dos siglos resaltando las afrentas de la ocupación, negándonos a aceptar que la misma quedó sellada tan pronto la incipiente dominicanidad, huérfana durante la “España boba” se alió con los restos del coloniaje francés, representado por Ferrand, y buscó la ayuda de los ingleses para intentar mantener una colonia europea en la misma isla donde los esclavos acababan de hacer trizas la dominación colonial. Y además restaurando la esclavitud que había sido abolida tras el Tratado de Basilea.

Para la revolución triunfante en el Haití francés, tres derrotar a más de 50 mil soldados del ejército napoleónico, el intento de Ferrand era una afrenta imperdonable. Pero también su liquidación era una cuestión estratégica para la supervivencia de la primera nación independiente de la América Latina y primera república negra del mundo.

Veloz Maggiolo sostiene que “la identidad dominicana, desde el punto de vista histórico, comenzó a forjarse en la contradicción con un Estado que como el haitiano, tenía objetivos fundamentales en su necesidad de extenderse y de hacer la isla completamente parte de Haití.”

Y agrega que “sin dudas las invasiones de Dessalines y Cristóbal, en la primera década del siglo XIX, producto de un temor a la toma de posesión por Francia de la parte oriental, genera espacios de identidad nuevos.

El incendio de poblaciones enteras, la conformación de una lucha racial y los asesinatos de curas y personas de alta jerarquía social, consternación a la sociedad criolla, que se acurrucó en una necesaria identidad defensiva”.
Pero los agravios haitianos de la ocupación y su resistencia a aceptar la independencia o separación dominicana de 1844 debieron ser olvidados con la cooperación que posteriormente dieron los vecinos a la lucha por la restauración de la independencia dominicana, muestra de que en pocos años habían aceptado la realidad de que ya la isla no era indivisible. Pero además esa nueva actitud era coherente con la proscripción del colonialismo de toda la isla, objetivo fundamental de la ocupación del 1822.

El antihaitianismo –uno de los mayores traumas de la dominicanidad- que se desarrolló tras la revolución de los esclavos y durante la ocupación de 22 años, comenzó, en efecto, a disiparse con la restauración de la independencia nacional y al paso de las décadas, mientras la nación dominicana daba tumbos en la búsqueda de su gobernabilidad.

Pero el antihaitianismo sería revivido y llevado al máximo por la tiranía de Rafael L. Trujillo que lo enarboló como mecanismo de unificación e hipnotización de la sociedad dominicana para afianzar su dominación de tres décadas, traduciéndolo en sentimiento de rechazo a la negritud, y de exagerada hispanofilia que además desarrollaría un fuerte sentimiento de inferioridad racial.

“La hispanidad trujillista es una identidad postiza que sirvió para oponerse a la haitianidad, pero como pasado la autoconciencia le asigna el lugar de encuentro de una grandeza perdida”, proclama Andrés L. Mateo en su colección de ensayos Al Filo de la Dominicanidad, donde plantea que “el trujillismo descubrirá la posibilidad de una reducción sustancial de la historia: nuestro pasado es lo hispánico, la idea pura del ser nacional se reconcilia míticamente en lo hispano” .

Y agrega que la dominicanidad levantaría la herencia hispana fundándose en la absolutización y simplificación de la historia, tendiendo un hilo conductor que hacía indiscernible lo hispano y lo dominicano.

Ideólogo y heredero del trujillismo, Joaquín Balaguer llegó a proclamar al dominicano como el pueblo de más profunda raigambre hispánica del continente, suponemos que por el exterminio de lo nativo, no obstante ser uno de los que más componentes africanos tienen en su cultura y orígenes raciales.

Balaguer revivió el fantasma de la unificación de la isla y enarboló el antihaitianismo para despertar en las clases dominantes y sectores que se creen reencarnación de lo hispánico el miedo a lo que representaba Peña Gómez, un descendiente directo de haitianos, negro puro, que por demás se atrevía a proclamar la redención de las masas pobres, de negros y mestizos.

El drama de Peña Gómez, discriminado hasta por los propios compañeros del partido que lideraba, detenido a la puerta del palacio de gobierno, es una de las más fehacientes expresiones del racismo, del antihaitianismo y la exclusión que todavía se anida en el alma nacional.

El, que entró a casi todos los palacios de gobierno de Europa Central, recibido y admirado como negro, soñó tanto con ser blanco que hizo encontrar sus ancestros en España.

De acuerdo a José Luis Sáez “El racismo histórico, y la falta de fe en el pueblo dominicano –en la clase mayoritaria criolla, naturalmente- adoptaron nuevas formas de expresión. Ahora se hablaba del peligro del vecino del Oeste, como agente contaminador de la raza, y de la seguridad de un régimen autocrático que acabase con los vaivenes de una democracia ilusoria”.

En gente como Trujillo, un mulato que llevaba sangre haitiana por vía materna, el sentimiento racista y antihaitiano se traduce en complejo de inferioridad. Por eso el tirano auspició varios movimientos inmigratorios “para mejorar la raza”, desde España, de Hungría, de judíos errantes y hasta de japoneses.

Ese complejo de inferioridad se extiende por amplios segmentos sociales que consideran que este no es un país, sino un paisaje, que los países son los del norte, que estamos incapacitados para el orden social, porque en el fondo, la herencia negra es sinónimo de salvajismo, primitivismo y hechicería irracional. Por no tener fe en la viabilidad de la sociedad dominicana es que hasta el 57 por ciento de la población ha dicho en encuestas que si pudiera abandonaría el país.

El antihaitianismo es todavía tan profundo que desde hace tres años se ha puesto en práctica una política de genocidio civil contra los descendientes de haitianos. No es sólo que les estamos negando la nacionalidad a los que nacen en el país, sino que la Circular 017, de la Junta Central Electoral de marzo del 2007, y un posterior reglamento, disponen que se niegue copia del acta de nacimiento a todo el que no pueda demostrar que sus padres eran residentes legales en el país al momento en que nacieran.

Miles de dominicanos de ascendencia haitiana se han visto privados de realizar los actos normales de la vida civil por esa circular y apenas voces aisladas se han levantado contra esa iniquidad. Valgan dos ejemplos, el de Andrés un ciudadano que nació en Hato Mayor el 19 de agosto de 1948, al que se le dispuso la cancelación de su registro de nacimiento 60 años después, junto a otras 125 personas, mediante el oficio 5787 de la Dirección del Registro Civil del 11 de septiembre del 2008.
El otro es el del ciudadano Rubén Jean Batiste, quien a los 38 años y con 15 de haberse graduado como profesional del magisterio, siendo subdirector del Departamento de Educación de Adultos de la Secretaría de Educación, se le negó la copia de su acta de nacimiento.

La había obtenido para la escuela primaria y la universidad, para la cédula y el pasaporte, y viajó a diferentes países. Pudo casarse y tener hijos registrados como dominicanos, pero un día, retroactivamente, se le dijo que ya no era dominicano.
Aunque somos un país de emigrantes, que ha regado más de millón y medio de sus hijos por el mundo, mostramos una soberana incapacidad para racionalizar y asumir la realidad de que también hemos sido receptores de inmigrantes, y no queremos aceptar las consecuencias de haberlos utilizado en las principales actividades económicas durante más de un siglo.

En todas partes del mundo las inmigraciones generan mezclas y conllevan derechos hasta de ciudadanía. Aquí no queremos aceptar esa extensión de la dominicanidad que son los domínico haitianos. Y tendemos a subestimar la otra extensión de la nacionalidad, la de los hijos de nuestros emigrantes, a quienes estigmatizamos como dominican-york.

El racismo ha sembrado confusión y soledad en el alma de muchachas y muchachos negros y mestizos de la geografía nacional, empeñados en plancharse el “pelo malo” para convertirlo en bueno y es lo que ha impelido a un triunfador como Sammy Sosa a blanquearse el rostro después de haber sentado sus dominios beisbolísticos hasta en la Casa Blanca y el Capitolio de Washington.

La semana pasada escuchamos un conmover testimonio de la educadora Eva Jiménez, en la despedida del sacerdote Jorge Cela, antropólogo y sociólogo, quien parte a ejercer su ministerio en Cuba. Ella nos dijo que “muchas veces decimos que los dominicanos somos españoles, pero no hablamos de nuestras raíces africanas. Con el padre Jorge yo descubrí mi identidad y empecé a no sentirme avergonzada de ser negra, a aceptarme como yo soy y a sentirme contenta con mi negritud”.

Ese sentimiento de inferioridad racial todavía se campea arrogante en los medios de comunicación, donde negros y mestizos aparecen sólo en las tareas menos apreciadas. Todavía hay empresas que prohíben a los publicistas utilizar modelos que no sean blancos en sus anuncios comerciales.

Recientemente contamos 116 fotografías de hombres y mujeres publicitando vestuarios, entre las que sólo había una mestiza y ningún negro, y estaba destinada a promover una megatienda enclavada en sectores periféricos de Santo Domingo, donde son muy escasos los blancos.

Aunque el racismo es un sentimiento proscrito en la civilización contemporánea, se puede entender que superviva en poblaciones de absoluta preponderancia de una raza, pero se constituye en un trauma cuando se registra en conglomerados tan mestizos como el dominicano.

La negación de las raíces africanas del dominicano se expresa en el hecho de que después de más de 25 años de celebración del Festival Nacional de Atabales en Sainaguá, San Cristóbal, en los meses de noviembre, todavía los organizadores tienen serios problemas para financiar una actividad festiva tan masiva y popular.

Es que las empresas y las autoridades rehúyen asociarse a una actividad de esa naturaleza, vinculada al espiritismo y que a veces evoca las deidades africanas. Aunque los tambores, toques y bailes de palos hace tiempo que han sido adoptados en las comunidades religiosas católicas, no sólo del sur y el Cibao, próximos a la frontera con Haití, o en los grandes asentamientos negros de la periferia capitalina, como Villa Mella, Haina o Los Mina, sino también en las profundidades de El Seibo y Hato Mayor.

Decía Neruda en su canto a Santo Domingo que:
"Aunque hace siglos de esta historia amarga
Por amarga y por vieja se la cuento
Porque las cosas no se aclaran nunca
Ni con el olvido ni con el silencio".

El racial es un trauma no suficientemente dilucidado en la conciencia de la dominicanidad, traducido a complejo de inferioridad y se arraiga en el subconsciente como un fatalismo que conduce a pensar que somos incapaces de organizarnos como sociedad, y a sostener que los mejores no triunfan en esta sociedad, llámense trinitarios, Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón, Francisco Espaillat, Juan Bosch o Peña Gómez.

Los trinitarios sólo fueron buenos para hilar sueños independentistas y echarlos a caminar sobre los hombros de esa pequeña burguesía ilustrada que representaban. Pero tan pronto se produjo el trabucazo y emergió el primer gobierno autónomo los fundadores empezaron a ser perseguidos. Duarte exiliado para siempre, apenas meses después, Francisco del Rosario y María Trinidad Sánchez, fusilados y los demás relegados.

Los hateros que no tenían fe en la viabilidad de la República se apropiaron de ella para luego ofertarla y reanexarla, obligando a otra guerra de liberación.La historia de anarquía de la República tuvo una expresión dramática en los 56 gobiernos que la historiadora Mu Kien Sang Ben documentó en los 56 años de independencia del siglo 19, a un promedio de uno por año, o 100 gobiernos en los primeros 150 años de la historia dominicana.

El cálculo se complejiza si tenemos en cuenta que cuatro dictadores, Buenaventura Báez, Ulises Hereaux, Rafael Trujillo, Joaquín Balaguer, y la ocupación norteamericana de 1916-24 gobernaron la nación en más de la mitad de esos 150 años.

En otras palabras que la nación se ha debatido entre la anarquía y la tiranía, generando otro trauma en el alma nacional, consistente en la generalizada convicción de que estamos incapacitados para el orden y que sólo nos encarrilamos mediante la imposición autoritaria. Por eso en las tribulaciones que genera la creciente inseguridad de la delincuencia y el narcotráfico hay quienes se atreven a invocar el espíritu de Trujillo.

La realidad histórica da pie a esa creencia traumática. Aunque en los últimos cincuenta años ha sido persistente la lucha por superar esos estadios de barbarie, el atraso y los intereses de las clases dominantes determinaron la frustración del primer proyecto de gobierno democrático del siglo 20 y la guerra fría generó una nueva ocupación norteamericana que frustró una gesta que debió marcar un salto hacia una mejor organización social y política.

Ese autoritarismo, ampliamente justificado en el alma de las mayorías y hasta por figuras religiosas y editorialistas de periódicos, es el responsable de que la Policía Nacional haya realizado más de tres mil ejecuciones sumarias de delincuentes, supuestos delincuentes y muchísimos inocentes, superando con creces las penas de muerte dictadas en las naciones donde esa drástica sanción está instituida con garantías de defensa en juicios públicos y contradictorios en dos y tres instancias judiciales.

Sólo entre el 2008 y el 2009 se contaron más de 900 personas muertas a manos de la Policía Nacional, en su mayoría menores de 25 años, pobres, negros y mestizos de los barrios marginales.

Es el mismo autoritarismo que ha pretendido justificar las matanzas a lo largo de nuestra historia. El que quiso justificar el exterminio indígena a nombre de la evangelización, llegando al absurdo de que la Virgen de las Mercedes devolvía a los indios las flechas que ellos disparaban contra los que los despojaban de sus tierras y pertenencias.

Es el autoritarismo que justificó el tráfico de esclavos y el que pretendió justificar las torturas y asesinatos masivos de los que desafiaron las dictaduras, como los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo, Manolo Tavarez Justo y los sublevados contra el golpe de Estado de 1963 y el héroe de la dignidad nacional Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Todos esos traumas históricos del autoritarismo, es decir del fatalismo, el complejo de inferioridad, el antihaitianismo y el racismo, tienen que ser sincerados y racionalizados en una gran catarsis nacional para reunir las energías que nos permitan superar esos atavismos, la anomia social y así eliminar las exclusiones que impiden el desarrollo humano.

Para encontrarnos y desarrollarnos como pueblo, para desplegar todas nuestras potencialidades, los dominicanos y las dominicanas tenemos urgencia de aceptar nuestra identidad cultural de mestizos y nuestros componentes negros y liberarnos de los complejos de inferioridad, del fatalismo y la resignación.

Estamos desafiados a reunir los retacitos de la cultura taína que pueden ser recuperados, hilvanándolos con los aportes africanos y españoles que han generado la riqueza multicultural que constituye la dominicanidad, reconociendo nuestra historia para poder construir un futuro luminoso.

Como planteó Jorge Cela al presentar la obra de Sáez varias veces citada, “Nuestro proyecto como pueblo dominicano tiene que construirse sobre la base de nuestra historia, nacer de nuestra identidad. Las utopías con que soñamos nacen del baúl de nuestros recuerdos, que recomponemos con imaginación atrevida y lanzamos hacia el futuro para darle norte a nuestros esfuerzos. Sólo cuando hay algo de lo que somos en lo que queremos ser somos capaces de alcanzarlo”.
(10 de Marzo del 2010).
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miércoles, 10 de marzo de 2010

La importancia de detectar el cáncer de colon lo antes posible

Por Jordan Coriza
Departamento de Salud Pública, Massachusetts

Marzo es el mes nacional de concientización sobre el cáncer de colon y debo confesar que con tantas fechas de concientización, es difícil llevar la cuenta de todas ellas y concentrarse en cuáles son más importantes para nosotros, los latinos en Estados Unidos.

El cáncer de colon es una de ellas.

El cáncer de colon es la tercera causa de muerte por cáncer, y pese a que afecta tanto a hombres como mujeres, en Massachusetts los hombres latinos y afro americanos sufren más de este cáncer que el resto de la población, muy posiblemente debido a que están siendo diagnosticados en etapas avanzadas de la enfermedad.

El Departamento de Salud Pública de Massachusetts quiere que todas las personas se beneficien del hecho de que, con pruebas, detección temprana y tratamiento, el cáncer de colon puede ser altamente prevenible, tratable y curable.

Considere esta información:

•Someterse a la prueba diagnóstica de detección del cáncer de colón, ahora, es la clave para su prevención y bienestar.
•Toda persona de 50 años o más, debe someterse a la prueba diagnóstica de detección del cáncer de colon.
•El cáncer de colon puede presentarse sin tener ningún síntoma, lo que hace vital su detección temprana.
•Hable con su médico, ahora, para programar un examen de cáncer de colon.
•La mayoría de los seguros médicos cubren los procedimientos de detección de cáncer de colon, incluso “Medicare” y “Medicaid”.

Además, les quiero invitar a ver un breve video de dos personas que se sometieron a la prueba de detección más común: la colonoscopia. Ellos nos cuentan sus experiencias.



Para más información sobre el cáncer, visítenos en Internet o llame al 1-800-4-CANCER, es decir, 1-800-422-6237, donde le atenderán en inglés o español. También puede dirigirse al sitio web del Instituto Nacional del Cáncer.
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miércoles, 3 de marzo de 2010

El Sendero de América Latina para su Independencia

Por Mark Weisbrot
Codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C.

América Latina dio otro paso histórico esta semana con la creación de una nueva organización regional de 32 países latinoamericanos y caribeños. Los Estados Unidos y Canadá fueron excluidos.

La creciente independencia de América Latina ha sido uno de los cambios geopolíticos más importantes de la década, afectando no sólo a la región sino también al resto del mundo. Por ejemplo, Brasil ha respaldado públicamente el derecho de Irán a enriquecer uranio y se ha opuesto a sanciones adicionales en contra del país. América Latina, previamente bajo el control de Estados Unidos, está emergiendo cada vez más como un bloque de poder con sus propios intereses y agenda.

La continuación de las políticas del Presidente Bush por parte de la Administración de Obama en la región ha ayudado sin duda a estimular la creación de esta nueva organización, provisionalmente llamada la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Más importante, la ambivalencia del equipo de Obama ante el golpe militar que derrocó al gobierno democrático del Presidente Mel Zelaya en Honduras durante el verano pasado provocó un profundo resentimiento y desconfianza en toda la región.

A pesar que la administración de Obama estuvo oficialmente en contra del golpe, innumerables acciones desde el primer día - incluyendo el primer comunicado de la Casa Blanca que no condenó el golpe cuando ocurrió - dejaron claro en el mundo diplomático que su verdadera posición era diferente. El colmo ocurrió en noviembre de 2009 cuando la administración de Obama se encargó de un acuerdo para el retorno de Zelaya, y después se unió a la dictadura incumpliendo el acuerdo. Washington después se opuso a la mayoría de países de la región al respaldar la elección presidencial de noviembre realizada bajo una dictadura, la cual había reprimido sistemáticamente los derechos elementales y las libertades civiles necesarias para una campaña electoral.

Arturo Valenzuela, jefe oficial del Departamento de Estado para América Latina, dijo que esta nueva organización no debe ser un esfuerzo para reemplazar a la OEA.

Las diferencias detrás de la necesidad de una nueva organización fueron claras en los comunicados y declaraciones que ocurrieron en la Cumbre de la Unidad, celebrada en Cancún de febrero 22 a febrero 23. La cumbre emitió un fuerte comunicado respaldando a Argentina en su disputa con el Reino Unido sobre las Malvinas o las Islas Falklands (como son llamadas en Inglaterra). La disputa, que data desde el siglo XIX y originó una guerra en 1982, se ha convertido más prominente últimamente puesto que el Reino Unido ha decidido de manera unilateral explorar la zona en busca de reservas de petróleo. El Presidente Lula da Silva pidió que las Naciones Unidas tomen un rol más activo en resolver la disputa. Y la cumbre condenó el embargo de Estados Unidos en contra de Cuba.

Sería difícil o imposible aprobar estas y otras medidas en la OEA. Además, la OEA ha sido manipulada por mucho tiempo por Estados Unidos, como en el 2004 cuando fue utilizada para ayudar a generar el respaldo al golpe de estado que derrocó al presidente electo de Haití. Y, más recientemente, los Estados Unidos y Canadá impidieron a la OEA tomar medidas más fuertes en contra de la dictadura hondureña el año pasado.

Mientras tanto, en los círculos de política internacional de Washington se vuelve cada vez más difícil mantener la desgastada ficción de que las diferencias con la región son el resultado de la "falta de participación" del Presidente Bush, o que son culpa de unos pocos alborotados izquierdistas como Bolivia, Nicaragua y por supuesto la temida Venezuela. Parece haber pasado desapercibido que Brasil ha tomado las mismas posiciones de Venezuela y Bolivia acerca de Irán y otros asuntos de política internacional, y ha respaldado fuertemente a Chávez. Tal vez el liderazgo de México - un gobierno de derecha que era uno de los pocos aliados de la Administración de Bush - en establecer esta nueva organización estimulará cierto replanteamiento.

Hay razones estructurales para que este creciente proceso de independencia continúe; aún si - y esto no está en el horizonte - un nuevo gobierno en Washington fuera algún día capaz de moverse de su replicada estrategia de Guerra Fría para la región. Los Estados Unidos se ha convertido cada vez menos importante como un socio comercial para la región, especialmente desde la reciente recesión debido a que el déficit comercial del país se ha reducido. La región también tiene cada vez más fuentes alternativas de inversión de capital. El colapso del cartel financiero del FMI en la región ha eliminado la vía más importante de influencia de Washington.

La nueva organización es muy necesaria. El golpe de estado en Honduras fue una amenaza a la democracia para la región entera, puesto que alentó a otros militares de derecha y a sus aliados a pensar que ellos podrían llevar a América Latina a aquellos días cuando las elites locales, con la ayuda de Washington, podían darle la vuelta a la voluntad del electorado. Una organización sin los Estados Unidos y Canadá será más capaz de defender la democracia, así como también el progreso económico y social en la región cuando este sea atacado. También tendrá una influencia positiva en ayudar a crear un mundo más multi-polar internacionalmente.

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